Asesinato de JFK
Héctor Bernardo
Contexto / Rebelión
A pesar de que Trump aseguró que
todos los archivos relacionados con el crimen serían desclasificados a fines de
octubre, debió ceder ante las presiones de las agencias de inteligencia. Entre
los documentos que salieron a la luz, se destaca la preocupación del FBI por
culpar a Oswald y que la KGB sospechaba que se trataba de “un golpe de Estado
de la extrema derecha”.
El mandatario norteamericano,
Donald Trump, había ordenado que a fines de octubre de 2017 se desclasificaran
los más de 3.100 documentos secretos relacionados con el asesinato del
presidente John Fitzgerald Kennedy (JFK). Todo parecía indicar que finalmente
se conocería parte de los secretos mejor guardados de la historia política del
siglo XX. Toda la información oficial, que había sido ocultada dura 54 años,
saldría a la luz. Sin embargo, las presiones de la Agencia Central de
Inteligencia (CIA) y el Buró Federal de Investigaciones (FBI) frenaron la
desclasificación de una gran parte de esos documentos, al menos, hasta abril de
2018.
Si bien una serie de los
documentos relacionados al asesinato de JKF fueron dados a conocer, según
aseguró el periódico norteamericano The New York Time, Trump “cedió ante la
presión de la CIA y el FBI para mantener clasificados miles de documentos
adicionales”.
Desde que el 22 de noviembre de
1963 el presidente Kennedy fue asesinado, todos los poderes del Estado, en
especial sus agencias de inteligencia, quedaron bajo la sospecha de lo que el
fiscal Jim Garrison definió como “un golpe de Estado”.
Kennedy se había transformado en
el cuarto presidente norteamericano asesinado –anteriormente habían corrido la
misma suerte Abraham Lincoln, James Garfield y William McKinley– y no sería el
último crimen político cometido en las esferas de poder norteamericano. Poco tiempo
después, su hermano, el senador Robert Francis “Bobby” Kennedy, correría la
misma suerte. Al igual que el activista y Premio Nobel de la Paz Martín Luther
King, caería silenciado bajo el estruendo de las balas.
En esta ocasión, miles de
investigadores en todo el mundo, especialmente en el propio Estados Unidos,
esperaban ansiosos la desclasificación de los documentos que los servicios de
inteligencia guardaron durante años y que dieron lugar a miles de
especulaciones. Sin embargo, aún no será posible.
La CIA emitió un comunicado por
el cual informa que el retraso en la publicación de los documentos, como la
censura en parte de los que salieron a la luz –grandes tachaduras que ocultan
información–, tiene como fin “proteger información cuya liberación podría dañar
la seguridad nacional –incluidos los nombres de activos de la CIA, así como
oficiales actuales y retirados de la CIA, además de métodos y alianzas
específicos de inteligencia que permanecen vigentes para proteger a Estados
Unidos actualmente–”.
A pesar de ello, los documentos
que llegaron a hacerse públicos revelan que “en Moscú asumieron que era un
golpe de Estado de la extrema derecha por el cual culparían a la Unión
Soviética. Un informante cuyo nombre no fue registrado le dijo a los espías
estadounidenses que la KGB –el órgano de espionaje de la entonces Unión
Soviética– tenía pruebas de que el presidente Johnson fue responsable del
asesinato”.
Entre los documentos también
aparecen “reportes de que Lee Harvey Oswald obtuvo municiones a través de un
grupo paramilitar de derecha”.
Un memorándum del entonces jefe
del FBI, John Edgar Hoover, asegura que lo que le preocupaba era “emitir algo
de manera que podamos convencer al público de que Oswald es el asesino
verdadero”.
A pesar del esfuerzo del gobierno
norteamericano por sostener que el crimen de JFK fue realizado por un asesino
solitario –asesinado por el mafioso Jack Ruby, cuando era trasladado para ser
interrogado–, en 1978 el Comité Selecto de la Cámara sobre Asesinatos concluyó
que “pruebas científicas acústicas establecen con una alta probabilidad que
hubo dos fuentes de disparos al presidente John F. Kennedy”.
En sus conclusiones se sostiene
que “el Comité cree, basándose en las pruebas disponibles, que el presidente
John F. Kennedy fue probablemente asesinado como resultado de una
conspiración”. Aunque luego señala la incapacidad de identificar “la extensión de
la conspiración”.
Según señala The New York Times,
Trump “otorgó a las agencias un plazo, que vence el 26 de abril, para revisar
de nuevo los documentos restantes”.
El cineasta Oliver Stone,
director de la película JFK, aseguró: “Se suponía que más de 3.100 archivos
iban a ser finalmente liberados, veinticinco años después de que la ley JFK
fuera aprobada y veinte años después de que la junta de revisión cerró sus
puertas. Según se informa, el número de páginas está en decenas de miles”.
Stone sostuvo que, a pesar que ya
pasaron 54 años del asesinato, la CIA está tratando evitar que se
desclasifiquen los documentos, y que “esperaron hasta el último día para
presentar una apelación cuando sabían hace tres meses que hoy (jueves 26 de
octubre) era la fecha límite”.
En relación con la censura de los
archivos desclasificados, el propio Times cita un documento que deja más dudas
que certezas. El periódico señala que en el documento de la comparecencia de
1975 del exdirector de la CIA Richard Helms, en la parte que se le pregunta
“¿Hay alguna información relacionada con el asesinato del presidente Kennedy
que de alguna manera muestre que Lee Harvey Oswald fue de alguna forma un
agente de la CIA o un agen…”, el documento acaba abruptamente y no aparece la
repuesta de Helms.
Rebelión ha publicado este
artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons,
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