Con el triunfo del Bloque Revolucionario, configurado en el
Gran Polo Patriótico (GPP), este domingo 7 de octubre de 2012, se legitima el
proceso revolucionario que busca construir el socialismo bolivariano del siglo
XXI y se da un salto cualitativo y cuantitativo, una nueva correlación de
fuerzas, favorable al proceso, que permite saltar al siguiente período de
Ofensiva Revolucionaria.
Salimos de un tortuoso proceso de defensiva de la Revolución
Bolivariana que estuvo atravesado por los siguientes elementos:
En lo jurídico, por la creación de todo el marco legal que
empujará los desarrollos de la Revolución, con grandes conquistas como las
leyes del Poder Popular, de Tierras, Ley Orgánica de Educación, del Trabajo,
Ley de Ganancias y Precio Justo, entre otras.
En lo político, internamente se consolida la legitimidad de
las instituciones de la Revolución, se dan reagrupamientos y realinderamientos
que terminan profundizando la III Línea Estratégica del Plan Nacional Simón
Bolívar y que materializa la participación protagónica del pueblo, el poder
popular, en la perspectiva de la construcción del nuevo Estado comunal.
Se Consolida la democracia como valor y principio inherente a
la nueva sociedad socialista. Aún tenemos el vacío de la corrupción y el
burocratismo que genera la quinta columna o derecha endógena enquistada en la Revolución.
En lo internacional, se profundizan los procesos de unidad
latinoamericana con triunfos incontrovertibles y aún incalculables en su
impacto y proyección, política y económica, regional y global. La Revolución
enfrentó el Golpe de Estado de abril de 2002, el Paro Petrolero de diciembre de
2002, y el gobierno hostil de Álvaro Uribe Vélez durante ocho años. Esto
demostró la madurez política del gobierno, que en tan poco tiempo enfrentó toda
suerte de situaciones.
En lo económico, el Gobierno Bolivariano sale adelante con la
urgente tarea de la inclusión, atacando el problema estructural de la pobreza y
la indigencia; nacionalización, recuperación de empresas y creación de otras; se
sientan las bases del nuevo modelo de producción socialista. Se afianza la
independencia económica y tecnológica del imperio norteamericano; se mitiga el
impacto de la recesión mundial y se controla la inflación bajándola
paulatinamente. Se construyen nuevos mercados y alianzas; se avanza en la construcción
de la multipolaridad.
En lo ideológico y cultural, se masifica la educación; se
profundiza la formación política; se van sentando las bases de la ideología
revolucionaria, a partir del legado de Simón Rodríguez, Simón Bolívar, Ezequiel
Zamora, Ernesto Che Guevara y en general el acumulado teórico marxista y
latinoamericano. Hoy tenemos un país donde el sano debate de las ideas
atraviesa toda la sociedad venezolana sin distingos de edad, eso es expresión
de profundización de la democracia y de la nueva cultura política.
El nuevo período que caracterizamos como de ofensiva final
nos pone varios retos:
1. La consolidación de la dirección de la Revolución, para lo
cual es urgente la construcción de la vanguardia colectiva cuya base inicial
puede ser el Gran Polo Patriótico. En la vanguardia colectiva la emulación
entre los factores presentes es muy importante, en este sentido el Partido
Socialista Unido de Venezuela (PSUV) puede aportar a la dinamización de este
propósito por su praxis revolucionaria, por los cuadros formados y fogueados en
la lucha y la confrontación.
La dirección colectiva, construida desde el GPP, puede
permitir ganar en los próximos seis años ese 20% de abstencionistas y ganar la
voluntad política de un 25% de los electores del candidato de la oligarquía
venezolana Enrique Capriles Radonski. Esto posibilitaría contar con una
posición hegemónica para la materialización del proyecto socialista.
2. Profundización de la lucha de clases a partir de la
consolidación del movimiento social y político, por sectores de clase
(trabajadores, pescadores, productores y campesinos, ambientalistas) y de masas
(estudiantes y jóvenes, mujeres, indígenas) que materialice las conquistas
económicas de la revolución socialista: expropiación de los grandes medios de
producción y eliminación de los monopolios; profundización de la reforma
agraria masiva y socialista; defensa del ecosistema.
3. Consolidación del poder popular, que lleve a los consejos
comunales y comunas a destruir el Estado burgués y el conjunto de prácticas que
alienan al hombre y mujer para así desarrollar las bases del nuevo Estado y el
Gobierno comunal.
4. Desarrollo de las fuerzas productivas, que permita: la
consolidación de la independencia económica y tecnológica; la eliminación del
asistencialismo social, lo cual será posible por la masificación del trabajo
digno productivo y del avance de las nuevas relaciones sociales de producción.
5. Construcción de la identidad nacional, a partir del
impulso de la ideología revolucionaria que desarrolle la nueva ética socialista
que construya el hombre nuevo y la mujer nueva. Sólo bajo este presupuesto se
puede derrotar la corrupción, la burocracia y todos los vicios que distorsionan
lo político.
La victoria contundente del 7 de octubre enmudeció a la
derecha que se resiste a dejar de cabalgar el capitalismo salvaje y depredador,
que está a punto de exterminar el planeta y todo rastro de vida, especialmente
la aniquilación de la especie humana. Hoy no estaba en juego una coyuntura
electoral; estaba en juego la finalización de un período de defensa estratégica
de la Revolución y el inicio de un período de ofensiva revolucionaria. El
triunfo estratégico de este 7 de octubre de 2012 autoriza al Comandante
Presidente reelecto, a tomar las decisiones necesarias para consolidar la
Revolución.
El discurso conciliador de Enrique Capriles Radonski busca
influenciar la agenda de la Revolución y neutralizar las tareas inmediatas.
Tomar la propuesta de unidad nacional de Radonski no es posible, sería
retroceder y entregar el proceso, traicionar a la patria; las contradicciones
de clases son irreconciliables y antagónicas. No hay otra alternativa que
avanzar, hasta que los explotadores y el imperialismo sean derrotados porque es
posible otro mundo, donde Venezuela y la humanidad avanzarán hacia una sociedad
fraterna, equitativa y justa.
Hay dos maneras de planificar, desde el punto de vista del
tiempo disponible: Desarrollar el conjunto de tareas en un período que pueda
coincidir con el lapso de tiempo del gobierno, es decir, 2013-2019. Esto
supondría demasiada presión sobre el pueblo para acelerar los cambios. La otra
forma es un período de ofensiva revolucionaria de 12 años, en dos etapas:
2013-2019 y 2019-2025. Entendiendo que tendríamos una coyuntura electoral a
mitad del período que estamos obligados a superar satisfactoriamente.
El candidato electo presidente afirmó: “Chávez no es Chávez,
Chávez es el pueblo”. Y el pueblo soberano ordenó continuar el proceso.
Corresponde al líder de la Revolución profundizar el proceso, sabiendo que hay
tiempo para construir, todo lo conveniente al socialismo; tiempo para destruir
los resquicios de capitalismo e inhumanidad que aún subsisten y tiempo para
neutralizar factores de la sociedad con los que es posible hacer alianzas para
avanzar. Es indispensable aplicar dialécticamente estas tres formas para
avanzar en la construcción del socialismo.
Rafael Gamarra
Vocero de la Corriente Bolivariana Guevarista
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