La semana pasada sostuvimos una
reunión con un grupo de camaradas comunicadores para conversar sobre la
situación pos (y pre) electoral en Venezuela. Fue un ejercicio crítico bastante
fuerte, en el sentido de las carencias del proceso revolucionario, y las dudas
sobre el resultado efectivo del llamado proceso de crítica y autocrítica, así
como sobre el verdadero destino del Estado Comunal. La verdad es que en algunos
de los asistentes percibimos un halo de pesimismo. Siendo así, nosotros
planteamos que en realidad no somos ni optimistas ni pesimistas, puesto que
estamos ante algo tan complejo como la realidad social, y no en una especie de
juego de azar donde el resultado lo determinaría la suerte.
Por otra parte, es claro que la
realidad no responderá nunca a nuestros deseos, sino más bien al juego
dialéctico de las contradicciones siempre presentes. Ahora bien, habría una
sola cosa que nos haría francamente optimistas: que la Humanidad tuviera todo
el tiempo de la eternidad por delante, pero no sabemos si lo tiene. El
principal obstáculo que tenemos para la realización de los sueños de redención
es que somos una especie en peligro de extinción, y esto lo comprenden no todos
a cabalidad.
A pesar del gran peso mediático
que presenta el tema ambiental, la internalización de su importancia en las
consciencias de buena parte de los ciudadanos de nuestro país y del mundo es
más bien débil. El tema del cambio climático y de la contaminación del hábitat
humano suele ser visto desde tres perspectivas, todas erróneas. Algunos dicen
estar conscientes de ello, pero no actúan cotidianamente en consecuencia. Otros
consideran que de verdad es un problema, pero que la responsabilidad de su
solución es de otros: de los Estados, de los Gobiernos, de los científicos, de
las instituciones dedicadas al estudio del asunto, no se consideran parte del
problema ni mucho menos de la solución. Para otros es una especie de moda, un
tema “moderno”, hasta con cierto “glamur”, pero no entra en el rango de sus
preocupaciones reales. Además, para los poderosos del capital, quienes a la vez
son los principales responsables del problema, el asunto es una lata, una
especie de carga con la que tienen que lidiar de mala gana.
A propósito de esto, es
significativo como los ultraderechistas suelen coincidir cuando abordan este
tipo de temas fundamentales. Todos recordamos la mofa que hacía Capriles
Radonski sobre el quinto gran objetivo histórico del Programa de la Patria
presentado por Chávez en la pasada campaña electoral (“Contribuir con la
preservación de la vida en el planeta y la salvación de la especie humana”),
afirmando que mientras el Presidente quería salvar el planeta, él quería
“resolver los problemas de la gente”, como si la posible desaparición de la
especie humana no fuera, en realidad, nuestro principal problema.
Ahora bien, en un artículo de la
activista social Amy Goodman, publicado en el portal Democracy Now!, bajo el
título “Juntos podemos combatir el cambio climático”, se reporta que “Mitt
Romney debe estar arrepentido de haber realizado el siguiente comentario
sarcástico durante su discurso en la Convención Nacional Republicana, días
después de que el huracán Isaac estuviera cerca de azotar Tampa, Florida, donde
se desarrolló el evento: ‘El Presidente Obama prometió que frenaría el aumento
del nivel de los océanos y que curaría al planeta. Yo les prometo que los
ayudaré a ustedes y a sus familias’. Romney les sacó una gran carcajada a
quienes estaban presentes para nominarlo como candidato a la presidencia. Nadie
se está riendo ahora. Las víctimas fatales del huracán Sandy en Estados Unidos
ascienden a más de 98, y 8 millones de personas se han quedado sin
electricidad. Los cálculos iniciales han estimado el costo del daño en decenas
de miles de millones de dólares”.
Pero aparte de esta coincidencia
perfecta entre los irresponsables candidatos derechistas de Venezuela y USA,
Goodman presenta situaciones realmente preocupantes: “Tampoco deberíamos
restarle responsabilidad al Presidente Barack Obama. Recuerden los debates
presidenciales, donde hizo alarde de ser un promotor de los combustibles
fósiles. ‘La producción petrolera está en aumento, la producción de gas natural
está en aumento’, afirmó en el segundo debate, realizado en la Universidad de
Hofstra. ‘Apoyo los oleoductos y la producción petrolera’”. Por supuesto, vale
aclarar que el problema de la contaminación no puede ser achacado a la
producción petrolera, que sigue siendo absolutamente necesaria y lo será por
mucho tiempo, sino al patrón de consumo energético capitalista, que es parte
fundamental de un tipo de desarrollo que atenta contra la vida humana, del cual
Obama es precisamente representante.
Goodman dice más: “El cambio
climático no fue mencionado en ninguno de los debates presidenciales, ni
siquiera una vez, ni por los candidatos a la presidencia de los principales
partidos, ni por los moderadores del debate”.
Las perspectivas que presenta
esta reconocida investigadora no son alentadoras: “ThinkProgress analizó 94
noticias publicadas en los principales periódicos en la semana previa a la gran
tormenta. El cambio climático no fue mencionado ni una sola vez. Un informe de
600 páginas publicado en noviembre de 2011 por la Autoridad de Investigación y
Desarrollo Energético del Estado de Nueva York evalúa en detalle los posibles
efectos del cambio climático en cada aspecto del estado. El resumen brinda una
larga lista de desastres que probablemente afecten al Estado de Nueva York en
los próximos años: de inundaciones a sequías, del aumento del nivel del mar que
provocará el desplazamiento de comunidades enteras a la inundación de todo el
sistema de trenes subterráneos de la ciudad de Nueva York. ¿Les suena
conocido?”.
Nosotros ciframos esperanzas en
una característica que siempre ha acompañado a la Humanidad: nuestras grandes
decisiones son alimentadas por la necesidad. Es el caso de las revoluciones,
que no se dan cuando alguna cabeza brillante lo decide, sino cuando los pueblos
perciben que las necesitan. En tal sentido, hay una anécdota sobre alguien que
entrevistaba, hace unos cuantos años, a Fidel Castro, y le preguntó: “¿Qué va a
hacer usted si el pueblo le pide la luna?” Y Fidel respondió: “Si el pueblo me
pide la luna, es porque la necesita”. Pensamos que eso ocurrirá con el tema del
cambio climático. Cuando los mares se levanten contra las ciudades, cuando las
tormentas azoten los territorios con toda furia , cuando sintamos como
Humanidad que el fin sería inevitable de seguir como vamos, entonces se completará
el alzamiento general contra el sistema depredador y esa Humanidad derrocará al
capitalismo por la necesidad de salvarse a sí misma. Si hay algún camino al
futuro socialista, este pasará, lo más probable, por ríos de sangre, sudor y
lágrimas, como ya está sucediendo. Lamentablemente.
En cuanto a la lucha contra el
Estado burgués, contra el burocratismo, por la construcción del Estado Comunal,
eso no lo van a resolver mañana la crítica y la autocrítica. Estas ayudan, por
supuesto, pero según las condiciones objetivas y subjetivas presentes, será sin
duda una lucha muy larga y difícil, cuyos resultados algunos que estamos más
allá de la mitad de la vida no podremos ver coronados. Por eso siempre les digo
a los camaradas que si están apurados, caerán en la desesperación. Además, no
nacimos aprendidos. Fidel ya dijo que uno de los grandes errores del liderazgo
de la revolución cubana fue creer que sabían cómo se construía el socialismo.
Tampoco nosotros sabemos cómo se construye el Estado Comunal, así que aquí vale
el refrán español: “cortando cojones se aprende a capar”. Hay que seguir
luchando y aprendiendo. Otras frases que son útiles: Una: “Sin prisa pero sin
pausa”. Otra: “No por mucho madrugar, amanece más temprano”. Otra: “Caminante,
no hay camino, se hace camino al andar”.
francia41@gmail.com
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