Nelson Ures
Ya hoy es plenamente aceptado el
término "comunidad", específicamente comunidad humana, para
referirnos a un conglomerado asentado sobre un determinado territorio de
dimensión local, sobre el cual se desenvuelve todo lo que la dinámica social le
imprime a ese espacio, compartiendo un conjunto de aspectos culturales que le son
comunes y conforman referentes para forjar una singular identidad a quienes
habitan en él.
Las palabras, con toda su carga
de significados y contenidos tienen que librar una dura lucha en el escenario
de la realidad, donde, al fragor de lo humano se van ganando su espacio a
partir de los procesos históricos. Ya "comunidad" iza su bandera en
la casa de todos. Cualquier político hoy echa mano de ese sonido para armar su
discurso.
Ahora, en la particular tribuna
del debate nacional, salta al ruedo la
palabra COMUNA, que no es término nuevo, pero que le ha correspondido una
cruenta batalla para asumir su rango de concreción, su construcción real. Los
antecedentes en nuestro territorio de este combate hunden sus orígenes antes,
incluso, que el resonado caso de la "Comuna de París". Así lo afirma
el investigador Jesús Chucho García en uno de sus textos : "Indudablemente
que las primeras experiencias de convivencialidad libertaria etnosocial en
Venezuela y el resto del continente de "nuestra América" no fueron
las comunas, fueron los cumbes, palenques y quilombos".
El asunto es que en nuestro
continente podemos encontrar muchas experiencias que apuntan hacia lo que en el
fondo plantea la renovada pelea que el termino comuna alborotó en estos días en
la opinión nacional. Ahora, la muy envalentonada categoria, con ley orgánica y
todo. (Pero ya sabemos, no es cuestión
simple de legislación), tiene, como debe ser, sus defensores y
detractores.
En construcción si, hasta el
paraíso está en proceso de construcción.
Lo único absoluto al parecer es el cambio. Pero no comparto la tesis según la
cual para hacer una comuna hay que entrar en un proceso de mediación y tutoría
institucional, con sus respectivas alcabalas y acertijos, manuales, penitencias
y verificaciones, muy lejos de lo que contempla la ley para quien ha de fungir
como facilitador y acompañante en los procesos soberanos de un pueblo que ha
demostrado su poder creador en diferentes episodios de la historia patria.
"Aprender haciendo"
tesis inequívoca de nuestro maestro Simón Rodríguez, es perfectamente aplicable
en este proceso de organización donde mi comunidad junto a tu comunidad y otras
comunidades, nos decidimos por iniciativa soberana a abrirle paso al triunfo
definitivo de la Comuna.
Que hay fallas, que hay errores,
que falta formación, que hay contradicciones, pues claro, quien dijo que
sustituir un estado por otro, en esta transición, es tarea fácil. De eso
estamos más que claros. Ya lo decía el filosofo alemán Friedrich Nietzsche
"Hasta Dios tiene su infierno: los hombres en la tierra". Pero el
desafío de este tiempo no esperará resolver, de manera ideal, todas las
contradicciones que implica una elevación de la vida en comunidad, el reto está
en saber tomar de esas contradicciones las lecciones necesarias para avanzar,
para ser cada vez mejores.
El plan patria contempla
construir un promedio anual de 450 comunas en todo el país y ya para el 2019 la
meta es que casi todos los venezolanos vivamos en comunas. Es una meta, pero
más allá de la cifra, los cambios
significativos que genere un accionar de todo un pueblo construyendo sus modelos
participativos, seguramente activará una eclosión transformadora que bien
pudiera ganarse con todo su honor el calificativo de revolución revolución del
siglo XXI.
Preparémonos, porque las
palabras, por si solas, no lo tienen nada fácil, vean ustedes la palabra
libertad, o la palabra democracia con cuanta lucha humana se han forjado.
cegepeto2@yahoo.es
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