Nil Nikandrov
Traducción desde el inglés por Sergio R. Anacona
Strategic Culture Foundation
Luego de servirse su almuerzo y
beber agua de una botella de plástico empezó a quejarse que no podía respirar, tenía
fiebre, mareos y vómitos.
Media hora más tarde y todavía
consciente pidió que lo llevaran al Hospital Nacional. Dos semanas más tarde
murió en medio de terribles dolores. Investigadores panameños informaron a la
prensa que era muy posible que Brewster había sido envenenado con pesticidas
organofosforados.
Brewster era un agente exitoso,
se graduó brillantemente de la Academia de la DEA (Drug Enforcement
Administration) Oficina del Departamento de Justicia de Estados Unidos. Se
especializó en los carteles colombianos de la droga y encabezó varias operaciones
exitosas en la denuncia de canales para el lavado de dólares provenientes del
narcotráfico y tomó parte en la denuncia de los cómplices del zar panameño de
la droga, Pablo Rayo Montaño. Brewster no estuvo nunca involucrado en ninguna
relación dudosa. Tenía en alta estima su carrera y fue un ejemplar padre de
familia.
Podría pensarse que el asesinato
del más importante experto anti narcotráfico movilizaría a todo el aparato
policial de Panamá y alarmaría a la DEA, la cual opera con unos cientos “agentes
encubiertos”. Nada de eso ocurrió. La muerte de Brewster fue vista como algo
rutinario. Dos días después su cuerpo fue cremado.
La investigación sobre el
asesinato fue llevada a cabo violando numerosos procedimientos policiales lo
cual distorsionó las evidencias y de hecho confundieron el rastro. Una muestra
de la indiferencia de la DEA por el caso de Brewster fue el análisis de
laboratorio realizado en las dependencias del FBI de su tejido dérmico, sangre,
fluidos estomacales, etc. Los datos del pasaporte de Brewster fueron
incorrectamente detallados en los tubos de ensayo y en la práctica algunos
tubos de ensayo conteniendo muestras biológicas pertenecían a otra persona. De
acuerdo con algunos periodistas panameños, agentes de la DEA de manera deliberada
crearon las condiciones para que el reconocimiento de cualquier hallazgo no
sirviera para examinarlo.
Joseph Evans estuvo a cargo de la
investigación por parte de la DEA y el Consejero Legal, David Vatli representó
al FBI. Fue él el que envió a las autoridades policiales de Panamá los
documentos del laboratorio clínico del FBI sobre las muestras biológicas de
Brewster. No se encontró trazas de pesticida órgano fosforado, si se encontró
atropina, oximas y lidocaína. Estas drogas indican evidencia de tratamiento en
el Hospital Nacional, la lidocaína es un elemento discordante y no cuadra
dentro del tratamiento.
El documento fue enviado por fax sin la debida
autenticación por parte de la embajada norteamericana. Las conclusiones
toxicológicas originales no fueron enviadas a las autoridades policiales
panameñas. Es importante notar que posteriormente en una carta oficial dirigida
al periódico “Panama-America” el FBI negó la existencia del tal documento
diciendo que uno nunca sabe quien podría enviar un fax como broma. Un día
después de la muerte de Brewster, cierta organización criminal difundió un
comunicado sobre el “éxito de la operación Factura Roja” lanzando amenazas
contra los funcionarios panameños que trabajan con el FBI y La DEA.
Inmediatamente después del deceso
de Brewster, un grupo de norteamericanos que se identificaron como agentes del
FBI detuvieron sin ninguna orden a tres de sus más cercanos asociados de la
División de Investigaciones de casos particularmente importantes. Fueron
trasladados a habitaciones especialmente equipadas en un hotel de lujo de
Ciudad de Panamá y los interrogaron empleando un detector de mentiras.
Hicieron de todo para
intimidarlos: amenazas, ataques y chantaje. Durante los interrogatorios les
quedó claro a los panameños que ellos no eran del FBI. Incluso reconocieron a
uno de ellos –John Warner—como oficial de la marina norteamericana. Cuando
Giaconda Vélez, “una entre los sospechosos” le señaló al norteamericano que él
no era del FBI sino de la marina, Warner de inmediato salió de la sala y no
volvió a aparecer. Los interrogatorios no tuvieron ningún éxito.
Quizás los norteamericanos
trataron de crear la impresión que ellos estaban respondiendo ante el asesinato
de Brewster, de quien dependía en gran medida el éxito de la DEA en Panamá.
Sobre la base de los materiales
de este caso sensacional, la periodista mexicana Adela Saltel de Coriat, que
trabajó largo tiempo en Panamá, el año 2011 escribió y publicó un libro
titulado “En la pista del Narcotráfico”. Como reportera del diario
“Panama-America” ella tuvo que cubrir los detalles que rodearon la muerte del
inspector Brewster.
Todo apuntaba hacia el hecho que su eliminación era del
interés de influyentes fuerzas políticas de Panamá, financiado por los barones
de la droga y la embajada de Estados Unidos, los cuales habían tratado de
utilizar a Brewster para recolectar informaciones comprometedoras sobre algunos
elementos de la elite gobernante panameña. En particular, empleando el equipo
de última tecnología del departamento de Brewster que realizaba espionaje a
cientos de teléfonos celulares en el marco de la “operación matador.”
La tarea fue planteada de manera
específica: los materiales reunidos deberían ser tan convincentes como para
permitir el reclutamiento de políticos prometedores como agentes influyentes.
Aunque Panamá en años recientes ha estado sistemáticamente “integrada” con
Estados Unidos, en proyectos geoestratégicos, sin embargo, es menester cuidar
de la continuidad y prepararse para un cambio en la confiabilidad de la
dirección política panameña, de manera que esta siga estando enfocada en
Washington. Aparentemente, Brewster se rehusó a trabajar contra su propio
gobierno con lo cual firmó su propia sentencia de muerte.
Fue en Washington donde la
periodista viajó para obtener la información que faltaba para su libro. En
Estados Unidos se encontró con el rechazo de las autoridades. Fue amenazada con
detenerla y enjuiciarla, supuestamente por tratar de obtener secretos del estado.
Coriate fue obligada a huir de Estados Unidos. Pero no se rindió y continuó
recolectando materiales y descubrió muchas inconsistencias en cómo se llevó a
cabo la investigación.
Se ocultaron los hechos y las circunstancias que
rodearon la muerte de Brewster fueron falseadas. Ella también le prestó
atención a las estadísticas de la DEA en cuanto al decomiso de drogas en Panamá
y otros países de América Latina. Los números no concuerdan; pareciera que
cientos de toneladas de cocaína confiscada, heroína y alucinógenos sintéticos
habrían desaparecido misteriosamente. ¿Qué fue realmente lo que sucedió? ¿En
qué mercados? ¿Con qué marca?
Nuevas versiones están
apareciendo sobre la muerte de Brewster. En respuesta a artículos de prensa de
Adela Coriate, me encontré con declaraciones (citando fuentes policiales) en el
sentido que Brewster fue eliminado por negarse a participar en operaciones de
la “mafia interna” de la DEA, el contrabando de cocaína desde Colombia hacia
Panamá y luego a Estados Unidos y Europa. Las técnicas norteamericanas de
inteligencia aplicadas al tráfico de estupefacientes son bien conocidas:
ataques despiadados contra los competidores y la creación de canales seguros
para la distribución de los narcóticos a los usuarios.
En discusiones privadas sobre
este problema en círculos elitescos de Estados Unidos, el narcotráfico de
manera creciente es visto como una fuente estratégica de ingresos para el
tesoro en situación de inminente colapso económico y financiero.
Los funcionarios de la DEA y del
FBI que participaron en la investigación del asesinato de Brewster, fueron
prematuramente retirados del país. El agente del FBI, David Vatli, regresó a
Estados Unidos. En Panamá corrió el rumor que lo habían despedido, pero existen
serias dudas a ese respecto. Joseph Evans fue enviado a México donde hasta hace
poco coordinaba las operaciones de su departamento con la policía mexicana. El
personal probado no se desbanda. Todos los funcionarios posteriores de la DEA
en Panamá han seguido la política estratégica de la Oficina Central.
Lance Heberle participó en una
operación de pasos múltiples contra el general boliviano René Sanabria quien a
través de la contra-inteligencia militar supervisaba la lucha contra el
narcotráfico en su país. A menudo se le describía como “el mejor estudiante de
la DEA.” Sin embargo, no pudo resistir la tentación de enriquecerse
rápidamente. En la ciudad chilena de Arica, Sanabria se reunió con unos
“narcotraficantes de Colombia”. Acordó colaborar con ellos y como depósito recibió
un maletín conteniendo 170 mil dólares.
Toda la conversación fue grabada
por agentes chilenos y norteamericanos. El primer envío de cocaína hacia
Estados Unidos fue remitido por vía de “los caminos verdes” organizados por el
general. Inspirado por este éxito y con el objeto de continuar en el negocio,
Sanabria viajó a Panamá donde fue detenido por personal de Heberle y de
inmediato trasladado a Estados Unidos. Luego de un juicio breve con evidencias
irrefutables el ex general fue condenado a 17 años de cárcel.
Por supuesto que Sanabria en gran
medida culpó al gobierno de Evo Morales para quien la lucha contra el
narcotráfico es una cuestión de principios. El cultivo de la hoja de coca es
una tradición popular que tiene mil años, pero la producción y el tráfico de
cocaína ¡ es un delito ¡ En Bolivia, los socios más íntimos de Sanabria fueron
detenidos o están siendo investigados. Aquellos en torno al presidente están
fuera de toda sospecha. En el futuro cercano la DEA utilizará a Sanabria para
desprestigiar al gobierno como venganza por la expulsión de su personal de
Bolivia.
Panamá figura a menudo en los
informes de la DEA sobre la lucha contra el narcotráfico, en parte debido a su
posición geográfica y un tráfico en aumento a través del Canal de Panamá. La
Zona de Libre Comercio crea las condiciones favorables para que los bancos
laven los dólares del narcotráfico. Como siempre, la tarea más relevante para
la DEA en Panamá es la captura de las reservas financieras de los carteles de
la droga.
Por lo tanto, más y más
operaciones de carácter regional se realizan sin la suficiente preparación, con
elementos improvisados y riesgo para sus agentes. En el mes de mayo de este
año, en el Aeropuerto Internacional de Tocumen de Ciudad de Panamá, dos
hondureños y un colombiano fueron detenidos a bordo de un avión con pilotos
norteamericanos. A bordo se encontró bolsos conteniendo millones de dólares. La
tripulación y los pasajeros fueron detenidos y se inició la investigación
durante la cual tuvieron que explicar la presencia de la DEA a bordo del avión
norteamericano.
La operación fracasó por la
sencilla razón que nadie reclamó la propiedad de los bolsos. Dadas las
actividades de la DEA, episodios similares se están produciendo cada vez con
mayor frecuencia. Igualmente, el congreso norteamericano cuestiona de manera
creciente el carácter de la DEA. ¿Combate en realidad el lavado de dinero o
contrariamente estimula la actividad delictual de este tipo?
Aplicando el esquema ya
establecido de la DEA –protección a su personal—a Heberle, jefe de la agencia
en Panamá, lo enviaron a un nuevo cargo como asesor político del Comando de la
Cuarta Flota de la marina norteamericana, cuyo campo de operaciones abarca
Centro América, el Caribe y América del Sur. Heberle se estará comunicando
formalmente entre el Departamento de Estado y el alto mando de la flota
aportando recomendaciones analíticas para las diferentes operaciones de la
flota en la región.
En la práctica, las actividades
de Heberle en la DEA no se detendrán. El debate sobre el empleo de navíos de la
Cuarta Flota para el traslado de la droga desde América Latina hacia la costa
oriental de Estados Unidos prosigue en la blogósfera. El nombramiento de
Heberle es otra importante confirmación que el narcotráfico coordinado por el
Estado (incluyendo la cobertura de la marina) realmente existe y está siendo
coordinado por la DEA.
Nota.- Sus comentarios y
opiniones acerca de este artículo serán bienvenidos en
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