Benito Pérez
Le Courrier
Le Courrier: Las FARC - EP han entablado un dialogo con el gobierno
el 15 de octubre en Oslo. ¿Cuál es la posición del ELN frente a ese proceso?
Desde las montañas colombianas,
le extendemos a usted nuestro saludo, igual que a los integrantes de ese
importante medio de comunicación y por su intermedio al pueblo y gobierno de
Suiza, interesados en la paz para nuestro país.
La Instalación de la mesa de diálogos entre las FARC y el
gobierno colombiano en Oslo Noruega, nos merece, todo el reconocimiento y le
auguramos los mayores éxitos, como esfuerzo de dos partes contendientes en la
búsqueda de la paz para Colombia.
Le Courrier: Tiene hoy el ELN contactos con el gobierno para abrir
un proceso similar? ¿Podría incorporarse rápidamente el ELN en la mesa de
dialogo? ¿Cuáles son las relaciones entre las FARC - EP y ELN?
Nicolás Rodríguez: Cuando en días pasados el presidente Santos
anunció el desarrollo de conversaciones con las FARC, invitó públicamente al
ELN a iniciar conversaciones, de lo cual hemos tomado atenta nota, toda vez que
desde hace más de 20 años, hemos estado abiertos a buscar una salida incruenta
al conflicto social y armado de Colombia. Por tanto la disposición del gobierno
a atender la solicitud reiterada de la insurgencia y de diversos sectores de la
sociedad colombiana para buscar salidas dialogadas, es bienvenida.
Es posible que a futuro, las
conversaciones del gobierno que se han iniciado con las FARC y la que se
establezcan entre el ELN y el gobierno, puedan llegar a coincidir en la misma
mesa, nosotros pensamos que ello sería importante.
En casi todos los puntos de la
agenda y propósitos que ha plantado las FARC para dialogar con el gobierno
tenemos coincidencias, así como también en las razones de la lucha y los
objetivos de ella tenemos grandes identidades. La reciente declaración conjunta
de nuestras dos organizaciones así lo demuestra.
Le Courrier: ¿Cuáles son las condiciones principales, técnicas,
políticas y militares para que el ELN participe en esa mesa?
Nicolás Rodríguez: Es
difícil precisar detalles, son asuntos más de tipo específico que se pueden ir
construyendo sobre realidades concretas, donde las partes van analizando que es
lo más aconsejable para que el proceso ande.
P- Quién debe formar parte de esa
mesa? Qué papel pueden jugar las organizaciones populares?
Nicolás Rodríguez: El conflicto interno que padece Colombia, es de
carácter económico, político y eminentemente social; la injusticia, la
represión y la desigualdad social originó el levantamiento armado de
importantes sectores de la juventud colombiana, en los años 60 del siglo
anterior.
Una mesa que se plantee la paz y
no tenga en cuenta la participación activa de los sectores sociales,
principalmente los populares y de clase media que no se sienten representados
por el gobierno, no será exitosa porque la esencia del conflicto interno
colombiano no es solamente militar y la existencia de la insurgencia.
Colombia vive una crisis profunda
en todos los ordenes, está profundamente afectado el tejido social, se necesita
una salida consensuada, solo eso es garantía para la paz, de allí la
importancia que en la mesa haya participación de la sociedad como en efecto lo
plantaron las organizaciones populares y sociales, en las jornadas de lucha
este mes de octubre.
Le Courrier: ¿Está dispuesto el ELN a liberar sus presos y
renunciar a otras detenciones?
Nicolás Rodríguez: El sostenimiento de una fuerza alzada en armas
es altamente costoso, aun en las condiciones modestas en que vivimos y
soportamos, desde hace casi medio siglo, el permanente asedio del ejército más
numeroso y sanguinario del continente. Por ello las fuentes de financiamiento
que nos hemos ingeniado, no pueden modificarse a menos que en la misma mesa de
dialogo se llegue a acuerdos que permita modificaciones, sin que ello atente
contra nuestro sostenimiento y seguridad.
En lo referente a las retenciones
debo hacer una aclaración: varias bandas delincuenciales, los paramilitares y
agentes del Estado, delinquen a nombre de la insurgencia y varias retenciones
las hacen a nombre del ELN, por eso las cifras que se atribuyen a nuestra
organización no tienen bases reales.
Le Courrier: ¿Este diálogo puede convertirse en negociación y abrir
el camino a la paz?
Nicolás Rodríguez: Aspiramos que así sea, es un clamor de casi
todas y todos los colombianos. Sin embargo hay muchas dificultades empezando
por abismales diferencias entre lo que significa la paz para la oligarquía y su
gobierno, y la insurgencia. Ellos quieren la desmovilización y el desarme, el
ELN busca un camino hacia la justicia y equidad social, la democracia y la
soberanía.
Si ese camino se abre y el pueblo
puede alcanzar sus reivindicaciones por la vía política sin que se le asesine,
se le encarcele, se le expulse de sus territorios o del país, llegará el
momento en que las armas sobran porque nadie preferirá la lucha y la
resistencia armada si las metas se logran por las vías institucionales.
Si el empeño del gobierno
persiste en la desmovilización y el desarme, el proceso puede fracasar; pues la
oligarquía no puede pretender lograr en la mesa, lo que no ha logrado en 48
años de guerra contra la insurgencia y el pueblo.
Le Courrier: A qué condiciones? ¿Cuáles serán los puntos claves
para el ELN de cara a renunciar a las armas?
Nicolás Rodríguez: Ya le decía que si en Colombia hubiese garantías
para que la lucha política de las masas, alcanzara sus objetivos, la lucha
armada no tendría validez y nadie recurriría a ella. Pero esto aun no es así y
tampoco se lograra por un decreto o porque se firme un documento, donde se diga
que a partir de la fecha hay garantías.
Desafortunadamente las
experiencias en ese sentido son nefastas, porque luego de firmados los acuerdos
se ha asesinado a los luchadores firmantes.
Le Courrier: No hay paz sin justicia: cómo juzgar los crímenes del
gobierno y de todos los actores armados?
Nicolás Rodríguez: Nuestro último congreso ratificó la justeza del
reclamo de todas las víctimas para esclarecer la verdad, la justicia y la
reparación. Se sobre entiende que el Estado colombiano tiene obligación de
garantizar la seguridad de todos los ciudadanos en condición de tales, esto
hace que sobre ellos recaiga la principal responsabilidad de las víctimas,
mucho mas cuando existe una practica sistemática de terrorismo de Estado
constatado por cientos de organizaciones de Derechos Humanos nacionales y
extranjeras. En este aspecto está comprobado que fue el mismo Estado el que
gestó en Colombia el paramilitarismo como maquina de asesinar la oposición
política evitándole al Estado asumir la responsabilidad de innumerables
crímenes, incluidas masacres horrendas.
El que exista alrededor de un
centenar de miembros del congreso colombiano judicializados por sus relaciones
con estas actividades criminales, así como militares, policías y empresarios
incluidas empresas extranjeras, corrobora mis afirmaciones.
Nicolás Rodríguez |
Nosotros hemos reconocido
públicamente errores cometidos, que han costado la vida a personas civiles;
pero tenemos que decir nuevamente, que han sido errores de individuos y no
definiciones que haya tenido el propósito de causar daño a la población porque, por esencia somos luchadores por sus
intereses y no sus enemigos.
Nuestro accionar militar es
contra unas fuerzas armadas y policiales que nos persiguen, enfrentan y
combaten, con ellos combatimos guiados por principios del Derecho internacional
Humanitario.
Le Courrier: ¿Por qué imaginar que la paz está más cerca hoy? ¿Es
el efecto del debilitamiento militar de las guerrillas o han cambiado las
condiciones políticas? ¿Es Santos un político de confianza?
Nicolás Rodríguez: Nosotros reconocemos la decisión del presidente
Santos de dialogar con la insurgencia, asunto solicitado por varios sectores
sociales, diversas organizaciones nacionales y extranjeras y por la insurgencia
misma, esto sin duda es un avance.
Sin embargo es necesario entender
que cuando se habla de paz, esta no se entiende de la misma manera, los dueños
del poder en Colombia piensan que la paz equivale a que la insurgencia se
desmovilice y desarme, para que nada cambie y el país siga igual. Las mayorías
del país y la insurgencia piensan que, la paz son cambios sustanciales que
resuelvan las causas que originaron el conflicto y mientras esto no se resuelva
no existirá paz en Colombia.
El anuncio a dialogar es
importante, pero no alcanza a ser indicativo que se abrió el camino hacia la
paz. La crisis social va mucho mas allá de la existencia de la insurgencia;
Colombia es, después de Haití, el segundo país mas desigual del continente y sus
instituciones ocupan un alto y deshonroso lugar por corruptas, el mayor número
de muertos no los produce el conflicto armado e insurgente sino la delincuencia
y la violencia social generalizada. En el campo, el Estado solo hace presencia
con sus fuerzas represivas y el descontento popular se enfrenta con represión y
no con soluciones a sus peticiones.
Las reformas del presidente
Santos son más publicidad que realidad y no resuelven el tamaño de los
problemas, las cárceles están atestadas de presos políticos y presos de
conciencia que fueron detenidos por disentir del régimen, los servicios
públicos de obligación del Estado fueron privatizados.
Si un proceso de paz no asume
estas urgencias, la paz será una quimera y una expectativa que se trunca de nuevo.
Nunca el gobierno ha reconocido
que la insurgencia es fuerte, siempre han dicho que somos muy débiles y que no
representamos ningún peligro, aun así Colombia tiene las Fuerzas armadas más
numerosas, mejor dotadas militar y tecnológicamente en Latinoamérica. Si somos tan débiles, ¿no es
esto un contrasentido? El presidente Santos es un fiel representante de la
clase dominante colombiana, sin duda su clase confía en él y nosotros lo
consideramos enemigo del pueblo y los revolucionarios, por ello el dialogo es
entre bandos opuestos y no entre amigos.
Le Courrier: El gobierno sigue en manos de la derecha. ¿Será la paz
la victoria de las multinacionales y los terratenientes?
Nicolás Rodríguez: No tenemos duda de que la paz que quiere la
oligarquía colombiana es la tranquilidad y seguridad para seguir imponiendo su
dominación que les permita acumular más riqueza. La paz que quieren las
mayorías y la insurgencia es justicia y equidad social, es democracia y
soberanía; son dos visiones de paz contrapuestas, por lo que es complicado
llegar a acuerdos. Aun con esos enormes retos, estamos dispuestos a dialogar
buscando un punto de encuentro para iniciar el camino de una solución incruenta
para Colombia.
Le Courrier: Los paramilitares siguen activos en Colombia. ¿Cómo
evitar que vuelvan a ocurrir masacres como la de la UP?
Nicolás Rodríguez: Ese es un asunto crucial en las discusiones. Ni
el paramilitarismo ni el terrorismo de Estado está desactivado sino intacto,
por eso decimos que el gobierno no puede dar garantías a la oposición para que
esta desarrolle su actividad política pues esas garantías no dependen de que se
haga un acuerdo ni se firme un documento, se trata de desandar practicas
delictivas cometidas por el Estado mismo y en esto no podemos llamarnos a
engaños.
Dicen que arreglar los problemas
demora tanto como su existencia misma, por eso el problema no se subsana porque
se firme un documento de compromisos o buenas intenciones.
Le Courrier: ¿Se ven ustedes con posibilidades de llegar al poder
en unas elecciones democráticas antes de 10 años?
Nicolás Rodríguez: No nos atrevemos a hacer estos cálculos, sería
demasiado apresurado.
Fuente:
http://www.lecourrier.ch/103079/l_autre_guerilla_colombienne_pourrait_rejoindre_le_dialogue_de_paix
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