jueves, 8 de noviembre de 2012

Es el momento del socialismo real


Jaime Richart
Y de Marx...
Cuando el mundo y España parecen caminar hacia el abismo y aunque el capitalismo siempre renace de sus cenizas, cae y se vuelve a levantar sobre los cadáveres que va dejando en su historia, parece llegado el momento de enterrarlo definitivamente para construir el otro modelo no sólo posible sino también real.
A la humanidad no le queda mucho tiempo. En el planeta y la Naturaleza se está agotando todo con la celeridad con que desaparece una civilización. Aprovechemos el tiempo que nos queda y subamos un nivel en la inteligencia humana...

Que éste, el de las democracias burguesas ligadas a la falsa libertad de mercado, es el menos malo de los sistemas posibles lo dijo un político de profesión y quienes cierran filas con él y los de su clase. Pero es una falacia o, cuanto menos, algo que no es posible demostrar, a menos que lo prueben y lo confirmen los desheredados de la tierra que son los únicos que tienen autoridad en la materia. Porque lo que observamos los demás es que precisamente la libertad plena es un fruto que sólo lo disfrutan unos pocos...

China, con una población superior a la suma de la de Europa y Estados Unidos juntas, que, por su idioma y situación geográfica, ha podido desarrollar plenamente la matriz del socialismo real, es la prueba incontestable de cómo una sociedad que puso en marcha una escrupulosa planificación productiva y un rígido control de natalidad a lo largo de 63 años, puede alcanzar unos niveles de estabilidad económica y de felicidad humana que son incapaces de lograr las enfermizas sociedades capitalistas.

Las lacras que se le imputan al socialismo real, es decir, la limitación de las libertades formales de que presumen las democracias burguesas son irrelevantes al lado del bien que reporta a la población. En cualquier caso ésta es una cuestón que sólo preocupa a charlatanes, periodistas de postín (no los de a pie) y politicastros.

Hasta tal punto China ha cumplido todos sus objetivos, que sí se lo propusiera podría destruir el tejido capitalista de la noche a la mañana sin disparar un solo tiro. Le bastaría comprar la Deuda de los países que ahora van a la cabeza del sistema...

Lo que está sucediendo en el mundo, en el orbe capitalista y especialmente ahora en España y en los países deprimidos del sur, nos da la razón a los que venimos apostando por el socialismo real desde que tenemos uso de razón, antes y después del derrumbamiento del muro de Berlín. Es un tema largo, que puede hacerse muy largo aun cuando se puede despachar con poco texto...

En primer lugar -empezaré por aquí tal como va la deriva del clima y el galopante agotamiento de los recursos naturales- por el colosal daño que el capitalismo industrial ha venido haciendo y hace al planeta. Y a ello sigue el argumentario irrefutable alegado por todo humano de mínima sensibilidad y natural pero fina inteligencia, relativo a la ecuación libertad-igualdad-seguridad, clave para entendernos.

En ella siempre salen ganadoras la libertad y la seguridad, tal como la tratan los defensores del capitalismo. Pero hay en ello una trampa monstruosa, pues sólo valen ambas en cuanto a que sólo las disfrutan ellos.
En estos tiempos críticos es cuando eso se ve con meridiana claridad; lo que nos lleva a preguntarnos a los no contaminados por la deformación del modelo capitalista: ¿cómo es posible que generaciones enteras no se hayan dado cuenta de que la libertad que venden estas democracias no sirve para nada si uno no pertenece a las capas superiores de la sociedad, a la casta de los patricios, o al menos si no se dispone de los recursos necesarios para una vida digna?

En último término podríamos admitir (con muchas reservas porque su mayor moderación no deja de ir acompañada de la depredación de otros continentes) que hay países más comedidos que saben combinar aceptablemente libertad, igualdad y seguridad, y que por ello no experimentan una marcada necesidad de cambio.

Pero hay otros, como los del sur y especialmente España, donde hay tal carga de histórica desigualdad, de absolutismos, de caudillismos, de talante inquisitorial, de caciquismos, de propensión a toda clase de engaños y de tan exasperante y desigual reparto de la tierra, que no se comprende (a no ser que lo expliquemos a través de la fuerza bruta, por un lado, y de la ingenuidad y conformismo generalizados, por otro) que el socialismo real no sea un hecho desde hace mucho tiempo.

Cuarenta años este país vivió la opresión de una variante del fascismo en pleno siglo XX. Durante los casi cuarenta años que han seguido, ha funcionado la mentira de la división de poderes del Estado y el espejismo de una vida feliz para todos en el falso llamado estado del bienestar que ha resultado ser una pasajera francachela.
Ha bastado un pequeño vendaval financiero, el soplo del lobo feroz sobre la casa de papel, para poner irremisiblemente al descubierto las miserias que ocultaba este "sistema" de manejos, debilidades y malicias de los poderes de la falsa división que promovieron, propiciaron o consintieron el desmadre.

Y al lado de ello, la infamia hecha institución que hay en la repentina pobreza extrema, ya de millones de ciudadanos y familias sin recursos y sin más techo que no provengan de la beneficencia. ¿Cómo no se les cae la cara de vergüenza a los mentores del capitalismo y a los que prostituyeron el socialismo con el ridículo invento de la "socialdemocracia" al exaltar, hipócritas y satisfechos, la libertad y la justicia de “su” sistema?
¿Puede consentir un país tanta impostura, tanto engaño, tan asimétrico trato en el manejo de los valores sociales de la igualdad, inexistente, y la libertad. mentirosa, en cuanto a tantos sólo les sirve para mendigar, prostituirse de diversos modos o suicidarse?

Mientras las innumerables trampas de los tahúres de la política y de la religión han conseguido ocultar las injusticias que menudeaban no obstante, parecía que el modus vivendi era consistente. Pero un matemático, ya que no propiamente filósofo o pensador social, Gödel, tenía razón: si un sistema es completo es inconsistente, y si es consistente es incompleto. Y que es inconsistente lo prueba la injusticia que no cesa, aunque ha tenido que ser el número de los afectados lo que ha hecho saltar la alarma.

Este país está muy lejos de comprender que la libertad de todo un pueblo no justifica el derramamiento de una sola gota de sangre, como decía Voltaire, pero que tampoco esa libertad vale un ardite si alguien muere de hambre... Durante unos años todo "parecía" ir bien y no teníamos más remedio que callarnos quienes barruntábamos lo que se nos venía encima.

Pero ahora que la miseria, la desesperación y la desesperanza se extienden como la hidra, es hora de concluir que sólo en el socialismo real está la solución a los problemas del mundo y especialmente de España. En el caso de este país, por su especial idiosincrasia y por una crónica desigualdad que en absoluto quieren remediar los gobiernos, los terratenientes, los aristócratas, los ricos y la iglesia nacional, la plutocracia...
Por eso digo que sólo el socialismo real aporta garantías de continuidad, de estabilidad y de la felicidad humana posible, a cambio de renunciar a una ciertas cuotas de las libertades desenfrenadas formales y políticas que en las democracias del capital sirven para bien poco; para poco o para nada, excepto para traer la constante desgracia individual y colectiva aunque sus guardianes y centuriones trabajen constantemente para generar la fantasía de que éste es el mejor de los sistemas de convivencia social posibles.


Pero es inútil, ha empezado la cuenta atrás cuyo punto cero no sabemos sí coincidirá con el fin del mundo vaticinado para pronto por algunos o con la guerra total que anuncian otros. Entre tanto y en todo caso, el socialismo real es la única salida a este atroz marasmo. Piénselo los llamados a resolver las reales necesidades de la humanidad y del planeta Tierra...

No hay comentarios:

Publicar un comentario