Y de Marx...
Cuando el mundo y España parecen
caminar hacia el abismo y aunque el capitalismo siempre renace de sus cenizas,
cae y se vuelve a levantar sobre los cadáveres que va dejando en su historia,
parece llegado el momento de enterrarlo definitivamente para construir el otro
modelo no sólo posible sino también real.
A la humanidad no le queda mucho
tiempo. En el planeta y la Naturaleza se está agotando todo con la celeridad
con que desaparece una civilización. Aprovechemos el tiempo que nos queda y
subamos un nivel en la inteligencia humana...
Que éste, el de las democracias
burguesas ligadas a la falsa libertad de mercado, es el menos malo de los
sistemas posibles lo dijo un político de profesión y quienes cierran filas con
él y los de su clase. Pero es una falacia o, cuanto menos, algo que no es
posible demostrar, a menos que lo prueben y lo confirmen los desheredados de la
tierra que son los únicos que tienen autoridad en la materia. Porque lo que
observamos los demás es que precisamente la libertad plena es un fruto que sólo
lo disfrutan unos pocos...
China, con una población superior
a la suma de la de Europa y Estados Unidos juntas, que, por su idioma y
situación geográfica, ha podido desarrollar plenamente la matriz del socialismo
real, es la prueba incontestable de cómo una sociedad que puso en marcha una
escrupulosa planificación productiva y un rígido control de natalidad a lo
largo de 63 años, puede alcanzar unos niveles de estabilidad económica y de
felicidad humana que son incapaces de lograr las enfermizas sociedades
capitalistas.
Las lacras que se le imputan al
socialismo real, es decir, la limitación de las libertades formales de que
presumen las democracias burguesas son irrelevantes al lado del bien que
reporta a la población. En cualquier caso ésta es una cuestón que sólo preocupa
a charlatanes, periodistas de postín (no los de a pie) y politicastros.
Hasta tal punto China ha cumplido
todos sus objetivos, que sí se lo propusiera podría destruir el tejido
capitalista de la noche a la mañana sin disparar un solo tiro. Le bastaría
comprar la Deuda de los países que ahora van a la cabeza del sistema...
Lo que está sucediendo en el
mundo, en el orbe capitalista y especialmente ahora en España y en los países
deprimidos del sur, nos da la razón a los que venimos apostando por el
socialismo real desde que tenemos uso de razón, antes y después del
derrumbamiento del muro de Berlín. Es un tema largo, que puede hacerse muy
largo aun cuando se puede despachar con poco texto...
En primer lugar -empezaré por aquí
tal como va la deriva del clima y el galopante agotamiento de los recursos
naturales- por el colosal daño que el capitalismo industrial ha venido haciendo
y hace al planeta. Y a ello sigue el argumentario irrefutable alegado por todo
humano de mínima sensibilidad y natural pero fina inteligencia, relativo a la
ecuación libertad-igualdad-seguridad, clave para entendernos.
En ella siempre salen ganadoras
la libertad y la seguridad, tal como la tratan los defensores del capitalismo.
Pero hay en ello una trampa monstruosa, pues sólo valen ambas en cuanto a que
sólo las disfrutan ellos.
En estos tiempos críticos es
cuando eso se ve con meridiana claridad; lo que nos lleva a preguntarnos a los
no contaminados por la deformación del modelo capitalista: ¿cómo es posible que
generaciones enteras no se hayan dado cuenta de que la libertad que venden
estas democracias no sirve para nada si uno no pertenece a las capas superiores
de la sociedad, a la casta de los patricios, o al menos si no se dispone de los
recursos necesarios para una vida digna?
En último término podríamos
admitir (con muchas reservas porque su mayor moderación no deja de ir
acompañada de la depredación de otros continentes) que hay países más comedidos
que saben combinar aceptablemente libertad, igualdad y seguridad, y que por
ello no experimentan una marcada necesidad de cambio.
Pero hay otros, como los del sur
y especialmente España, donde hay tal carga de histórica desigualdad, de
absolutismos, de caudillismos, de talante inquisitorial, de caciquismos, de
propensión a toda clase de engaños y de tan exasperante y desigual reparto de
la tierra, que no se comprende (a no ser que lo expliquemos a través de la
fuerza bruta, por un lado, y de la ingenuidad y conformismo generalizados, por
otro) que el socialismo real no sea un hecho desde hace mucho tiempo.
Cuarenta años este país vivió la
opresión de una variante del fascismo en pleno siglo XX. Durante los casi
cuarenta años que han seguido, ha funcionado la mentira de la división de
poderes del Estado y el espejismo de una vida feliz para todos en el falso
llamado estado del bienestar que ha resultado ser una pasajera francachela.
Ha bastado un pequeño vendaval
financiero, el soplo del lobo feroz sobre la casa de papel, para poner
irremisiblemente al descubierto las miserias que ocultaba este
"sistema" de manejos, debilidades y malicias de los poderes de la
falsa división que promovieron, propiciaron o consintieron el desmadre.
Y al lado de ello, la infamia
hecha institución que hay en la repentina pobreza extrema, ya de millones de
ciudadanos y familias sin recursos y sin más techo que no provengan de la
beneficencia. ¿Cómo no se les cae la cara de vergüenza a los mentores del
capitalismo y a los que prostituyeron el socialismo con el ridículo invento de
la "socialdemocracia" al exaltar, hipócritas y satisfechos, la
libertad y la justicia de “su” sistema?
¿Puede consentir un país tanta
impostura, tanto engaño, tan asimétrico trato en el manejo de los valores
sociales de la igualdad, inexistente, y la libertad. mentirosa, en cuanto a
tantos sólo les sirve para mendigar, prostituirse de diversos modos o
suicidarse?
Mientras las innumerables trampas
de los tahúres de la política y de la religión han conseguido ocultar las
injusticias que menudeaban no obstante, parecía que el modus vivendi era
consistente. Pero un matemático, ya que no propiamente filósofo o pensador
social, Gödel, tenía razón: si un sistema es completo es inconsistente, y si es
consistente es incompleto. Y que es inconsistente lo prueba la injusticia que
no cesa, aunque ha tenido que ser el número de los afectados lo que ha hecho
saltar la alarma.
Este país está muy lejos de
comprender que la libertad de todo un pueblo no justifica el derramamiento de
una sola gota de sangre, como decía Voltaire, pero que tampoco esa libertad
vale un ardite si alguien muere de hambre... Durante unos años todo
"parecía" ir bien y no teníamos más remedio que callarnos quienes
barruntábamos lo que se nos venía encima.
Pero ahora que la miseria, la
desesperación y la desesperanza se extienden como la hidra, es hora de concluir
que sólo en el socialismo real está la solución a los problemas del mundo y
especialmente de España. En el caso de este país, por su especial idiosincrasia
y por una crónica desigualdad que en absoluto quieren remediar los gobiernos,
los terratenientes, los aristócratas, los ricos y la iglesia nacional, la
plutocracia...
Por eso digo que sólo el
socialismo real aporta garantías de continuidad, de estabilidad y de la
felicidad humana posible, a cambio de renunciar a una ciertas cuotas de las
libertades desenfrenadas formales y políticas que en las democracias del
capital sirven para bien poco; para poco o para nada, excepto para traer la
constante desgracia individual y colectiva aunque sus guardianes y centuriones
trabajen constantemente para generar la fantasía de que éste es el mejor de los
sistemas de convivencia social posibles.
Pero es inútil, ha empezado la
cuenta atrás cuyo punto cero no sabemos sí coincidirá con el fin del mundo vaticinado
para pronto por algunos o con la guerra total que anuncian otros. Entre tanto y
en todo caso, el socialismo real es la única salida a este atroz marasmo.
Piénselo los llamados a resolver las reales necesidades de la humanidad y del
planeta Tierra...
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