sábado, 1 de septiembre de 2012

Adelita, Soldado de la Revolución Mexicana

José Rosario Araujo

En lo alto de una abrupta serranía, acampado se encontraba un regimiento, y una joven que valiente lo seguía, locamente enamorada del sargento.

Popular entre la tropa era Adelita, las mujer que el sargento idolatraba, que además de ser valiente era bonita, que hasta el mismo coronel la respetaba.
La participación de la mujer latinoamericana en los conflictos de liberación de este continente ha sido importante apareciendo muchas féminas que han empuñado las armas para defender sus ideales. Al entrar a conocer un poco sobre la Revolución Mexicana es imposible no conocer la figura de “Adelita” o de “las Adelitas”, que igual que “las Juanas” venezolanas compartieron con sus hombre todas las vicisitudes de los enfrentamientos armados en pos de la liberación de los pueblos.

La Revolución Mexicana, que tiene para mí una gran atracción, me ha hecho indagar poco a poco en su acontecimientos, en la vida de sus líderes llámese Pancho Villa, Emiliano Zapata, Francisco Madero y en sus soldado como es el caso del Coronel Francisco Fierro. En esta búsqueda de conocer esa revolución me he topado con la figura de Altagracia Martínez, señalada por la historia como “Adelita” la mujer del famoso corrido mejicano que ya conocemos.

La historia sobre ese conflicto armado nos indica que esta guerrillera si existió y pertenecía a la clase alta de la Ciudad de México, lo que si no aclara es como esa mujer se traslado al norte Mexicano y combatió en la famosa División del Norte comandada por Pancho Villa. Otra versión nos asegura que era conocida como Marieta Martínez y que había sido muerta por mandato de Pascual Orozco (vida también interesante como para ponerle la lupa de La Otra Historia) enemigo del famoso Centauro del Norte, el General Villa.
El término “Adelitas” le quedo a todas las mujeres que como “troperas” acompañaron a sus hombres en los combates, realizando las labores de esposas, compañera, enfermeras y hasta de combatientes. En la foto que inserto en esta columna aparece una mujer con un rebozo en la cabeza bajándose de un tren en la estación Buenavista y a las de tropas del general Victoriano Huerta a punto de partir hacia Chihuahua, donde combatirían al general Pascual Orozco, que se había sublevado contra el presidente Francisco I. Madero. El pie de foto decía “Defenderé a mi Juan”.
Sobre Altagracia Martines se dice que le tenía un gran miedo a los caballo, pero era mujer de gran valor y que como dice el corrido estaba “locamente enamorada de un sargento” que la leyenda lo sitúa participando en un combate de los tantos de la Revolución Mexicana y muriendo en él.
La presencia de nuestra mujer latinoamericana en su historia la hace determinante en la lucha por la liberación de los pueblo, nuestra historia tiene muchos ejemplo en donde ella sale junto a su hombre cambiando el papel de madre y esposa por aguerrida combatiente. Sino miremos el caso de Manuela Saenz, Policarpa Salvatierra, Luisa Cáceres de Arismendi, Barbarita de la Torre, Tania la Guerrillera, Livia Governeur y muchas más hembras “pelo en el pecho” que con su valor y heroísmo nos hacen sentir orgullosos de la raza que nos dejaron, herencia igualmente de nuestras esposas e hijas.

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