En lo alto de una
abrupta serranía, acampado se encontraba un regimiento, y una joven que
valiente lo seguía, locamente enamorada del sargento.
Popular entre la tropa
era Adelita, las mujer que el sargento idolatraba, que además de ser valiente
era bonita, que hasta el mismo coronel la respetaba.
La participación de la mujer latinoamericana
en los conflictos de liberación de este continente ha sido importante
apareciendo muchas féminas que han empuñado las armas para defender sus
ideales. Al entrar a conocer un poco sobre la Revolución Mexicana es imposible
no conocer la figura de “Adelita” o de “las Adelitas”, que igual que “las
Juanas” venezolanas compartieron con sus hombre todas las vicisitudes de los
enfrentamientos armados en pos de la liberación de los pueblos.
La Revolución Mexicana, que tiene
para mí una gran atracción, me ha hecho indagar poco a poco en su
acontecimientos, en la vida de sus líderes llámese Pancho Villa, Emiliano
Zapata, Francisco Madero y en sus soldado como es el caso del Coronel Francisco
Fierro. En esta búsqueda de conocer esa revolución me he topado con la figura
de Altagracia Martínez, señalada por la historia como “Adelita” la mujer del
famoso corrido mejicano que ya conocemos.
La historia sobre ese conflicto
armado nos indica que esta guerrillera si existió y pertenecía a la clase alta
de la Ciudad de México, lo que si no aclara es como esa mujer se traslado al
norte Mexicano y combatió en la famosa División del Norte comandada por Pancho
Villa. Otra versión nos asegura que era conocida como Marieta Martínez y que
había sido muerta por mandato de Pascual Orozco (vida también interesante como
para ponerle la lupa de La Otra Historia) enemigo del famoso Centauro del
Norte, el General Villa.
El término “Adelitas” le quedo a
todas las mujeres que como “troperas” acompañaron a sus hombres en los
combates, realizando las labores de esposas, compañera, enfermeras y hasta de
combatientes. En la foto que inserto en esta columna aparece una mujer con un
rebozo en la cabeza bajándose de un tren en la estación Buenavista y a las de
tropas del general Victoriano Huerta a punto de partir hacia Chihuahua, donde
combatirían al general Pascual Orozco, que se había sublevado contra el
presidente Francisco I. Madero. El pie de foto decía “Defenderé a mi Juan”.
Sobre Altagracia Martines se dice que
le tenía un gran miedo a los caballo, pero era mujer de gran valor y que como
dice el corrido estaba “locamente enamorada de un sargento” que la leyenda lo
sitúa participando en un combate de los tantos de la Revolución Mexicana y
muriendo en él.
La presencia de nuestra mujer latinoamericana
en su historia la hace determinante en la lucha por la liberación de los
pueblo, nuestra historia tiene muchos ejemplo en donde ella sale junto a su
hombre cambiando el papel de madre y esposa por aguerrida combatiente. Sino
miremos el caso de Manuela Saenz, Policarpa Salvatierra, Luisa Cáceres de
Arismendi, Barbarita de la Torre, Tania la Guerrillera, Livia Governeur y
muchas más hembras “pelo en el pecho” que con su valor y heroísmo nos hacen
sentir orgullosos de la raza que nos dejaron, herencia igualmente de nuestras
esposas e hijas.
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