Esta semana se sumó a las
declaraciones del exgobernador David De Lima, William Ojeda. No se trata de
cualquier persona. Estamos hablando de un diputado de la República, activista
opositor y, hasta el día de su pronunciamiento, primer vicepresidente de Un
Nuevo Tiempo (UNT).
William Ojeda solo pidió que se
abriera un debate en el seno de la oposición venezolana. Desgraciadamente la
respuesta fue su expulsión inmediata de UNT por dar “declaraciones inoportunas,
al margen de la línea del partido”. Acaso tiene razón Chávez cuando plantea la
necesidad de que surja un verdadero liderazgo opositor, después del 7 de octubre.
Lo que estamos viendo en este momento nada tiene que ver ni con “unidad”, ni
“democracia”.
No me interesan las razones
coyunturales de las afirmaciones de William Ojeda, pero vaya si me importan los
motivos estructurales. Por muy opositor que se sea, no hay nada que pueda estar
por encima de los intereses del pueblo venezolano. William Ojeda no hizo otra
cosa que fungir como un antivirus frente a “paquetazos neoliberales” que están
en los planes de Capriles y su extrema derecha.
No comparto posturas ideológicas
con William Ojeda, pero cuánto hubiera sido necesario que antes del Caracazo,
hubiesen salido a la luz críticas del mismo seno de la IV República, capaces de
evitar esa injusta e histórica masacre.
El caso de William Ojeda es
paradigmático, porque siendo uno de los protagonistas de la oposición
venezolana, tuvo el ímpetu y la valentía de contravenir al candidato opositor
(Capriles Radonski) y al partido político (Primero Justicia) que en estos
momentos tiene los cobres y el apoyo gringo para hacer lo que le dé la gana con
la oposición.
Para nadie es un secreto que la
oposición venezolana ha sido maltratada por lo “hijos de papi y mami”, por la
oligarquía, por los sifrinitos de ese sector.
Por más opositor que yo sea de la
oposición venezolana, tengo que reconocer que no es lo mismo la pseudo
socialdemocracia adeco-copeyana que el neofascismo neoliberal de Henrique
Capriles Radonski, Leopoldo López y Armando Briquet. A ambos me opongo. Pero al
menos tengo la certidumbre de que el mayor peligro de Manuel Rosales era la
demagoga “tarjeta Mi Negra”. Por el contrario, el riesgo que corremos con
Capriles Radonski es un “paquetazo neoliberal” que dejará en pañales a Carlos
Andrés Pérez y el Caracazo.
Pensaba que lo peor que le podía
pasar a Venezuela era la IV República, ahora me doy cuenta que hay algo peor:
un partido neofascista como Primero Justicia y un candidato de extrema derecha
como Capriles, dispuestos a convertir el Caracazo en un “Venezolanazo”, después
de hacerse del poder en el país con las mayores reservas de petróleo. Si Carlos
Andrés Pérez es el pasado, Capriles Radonski es la prehistoria de la política,
la cara visible de quienes pretenden cambiar la República Bolivariana de Venezuela
por la empresa privada Venezuela Compañía Anónima.
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