Ecos del pasado
Patrick O. Strickland
CounterPunch
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
JAFFA.- A primera vista, puede
parecer que las manifestaciones que se produjeron en Cisjordania el 5 de
septiembre fueron cosas de rutina. Manifestaciones semanales, sentadas,
marchas, huelgas de hambre y grafitis son solo una pequeña parte de la vasta reserva
de medios estratégicos de rebelión regularmente empleados por los palestinos.
Por cierto, la propia noción de resistencia ha sido absorbida como componente
integral de la sociedad. Después de todo llevan 45 años bajo el tutelaje
impuesto por el ejército israelí.
Los manifestantes que inundaron
las calles en los territorios ocupados el miércoles, sin embargo, no
consideraban que Israel sea la única barrera que los separa de la
autodeterminación. Después de años de vil corrupción e incompetencia manifiesta,
se está cuestionando a los dirigentes palestinos: ni la lucha armada ni las
negociaciones de paz han logrado la liberación, que debería haberse logrado
hace mucho tiempo, de millones de palestinos que viven bajo la ocupación
militar o en el exilio que les han impuesto.
Después de que Hamás, el partido
islamista basado en Gaza, ganó las elecciones parlamentarias de 2006, la
inmensa presión de Israel y sus patrocinadores occidentales, combinada con la
amenaza de cortar todo financiamiento, llevó al presidente de la Autoridad
Palestina (AP) Mahmud Abas a despedir al primer ministro, elegido
democráticamente, Ismael Haniyeh. A pesar de que su Partido de la Tercera Vía
recibió un miserable tres por ciento del voto general, colocaron ilegalmente a
Salam Fayad, execonomista del Banco Mundial, en el puesto de Haniyeh.
Hubo enfrentamientos que llevaron
a la división que persiste actualmente: el partido Fatah de Abas domina
Cisjordania, mientras Hamás controla la Franja de Gaza.
En cuanto asumió el puesto de primer
ministro en 2007, Fayad anunció de inmediato su iniciativa de construir una
economía independiente mediante la concentración en el desarrollo del sector
privado palestino. Anunció que si tenía éxito, junto al desarrollo de la
estrecha cooperación con Israel en temas de seguridad, sería imposible que
Israel impidiera la declaración de un Estado palestino independiente en
Cisjordania en 2011. (Dejó ostensiblemente que el tema de la Franja de Gaza se
excluyera hasta después de la independencia.)
Los resultados han sido más que
desastrosos. La economía sigue dependiendo totalmente de Israel y ha
desarrollado una peligrosa adicción a la ayuda del exterior, que viene con
todas las restricciones que los gobiernos financistas occidentales deciden
imponer.
Un horrendo 80% de las
exportaciones palestinas va a Israel. El poder de compra es inferior a lo que
era en 2005 –al terminar una Intifada que derrumbó la economía– y una vez
ajustado gira en torno al de Sudán y Yemen, países que no se caracterizan por su
prosperidad económica. Un 70% de los palestinos empleados en Cisjordania
sobrevive con salarios por hora antojadizos y un 25% trabaja para la AP, que no
ha podido pagar los salarios puntualmente o en su totalidad durante más de un
año.
Mientras tanto, el coste de la
vida ha aumentado vertiginosamente. Los precios de los combustibles son
aproximadamente tres veces superiores a los de EE.UU. y los costes de vivienda
y alimentos son casi los mismos que en Israel.
Los motivos de protesta, en otras
palabras, se han agitado bajo la superficie desde hace mucho tiempo. Para
empeorar las cosas, el hecho de que no se haya logrado ningún progreso político
en años y la rápida expansión de las colonias israelíes hacen que la solución
de dos Estados sea menos viable cada día que pasa, la autodeterminación parece
más inalcanzable que nunca. Ahora la indignación rebosa y se derrama por las
calles de ciudades, aldeas y campos de refugiados en todos los territorios
ocupados, la gente quiere liberarse del yugo de la AP así como de Israel.
“La Primavera Palestina ha
comenzado, y estamos de acuerdo con lo que dice el pueblo y lo que desea”,
anunció el presidente Abas en una reunión de ministros de la Liga Árabe en El
Cairo, revelando hasta qué punto la elite política está fuera de tono.
Como las políticas económicas de
Fayad ignoraron en general al sector agrícola, mucha gente desesperada por
conseguir empleo ha emigrado a ciudades como Ramala, desde el campo que en su
mayor parte cae dentro del 60% de Cisjordania bajo total control israelí (Área
C). Esa dudosa situación económica acelera el proceso de limpieza étnica del
Área C por parte de Israel apiñando aún más a los palestinos en pequeñas
concentraciones que son mejor descritas como bantustanes.
Desesperada ante la ausencia de
un mandato democrático, la calle palestina desechó las últimas apariencias de
confianza en la AP en julio. Cientos de jóvenes se juntaron en Ramala para
protestar contra la decisión del presidente Abas de reunirse con el viceprimer
ministro israelí Shaul Mofaz, un excomandante militar y ministro de Defensa con
un siniestro historial de abusos contra los derechos humanos. Incluso antes que
comenzara la marcha, las fuerzas de seguridad de la AP golpearon, arrastraron y
arrestaron a varias personas.
Al parecer la sistemática
violencia de la ocupación israelí se ha subcontratado a la propia AP.
No se puede decir que Hamás haya
cumplido una tarea más convincente en la sitiada Franja de Gaza. Su incapacidad
de estabilizar la situación de seguridad ha dado amplios pretextos a Israel
para regar bombas sobre el territorio que generalmente matan a varios civiles
por cada presunto combatiente muerto. Además, un reciente informe de la ONU
concluyó que Gaza será “inhabitable” en el año 2020.
El domingo, un adolescente en
Gaza, citando la difícil situación financiera de su familia, murió después de
rociarse con gasolina y prenderse fuego. El miércoles, dos suicidas siguieron
su ejemplo, uno en Ramala y el otro en Hebrón.
El miércoles, miles de palestinos
salieron por los centros de ciudades y aldeas en cada rincón de Cisjordania,
Ramala, Nablus, Yenín, Hebrón y Belén, entre otras.
En Ramala, los conductores
aparcaron sus taxis a través de las calles para bloquear la Plaza Al-Manara, el
palpitante corazón del área central, paralizando el transporte y cerrando las
principales arterias de la ciudad. “No puedo echar combustible a mi coche, ¡que
Fayad se lo lleve! coreaban algunos.
En Hebrón, Belén y varias aldeas,
grandes multitudes prendieron fuego a neumáticos y exigieron la renuncia de
Fayad y sus colegas en el gobierno basado en Ramala.
Posiblemente no sería acertado
suponer simplemente que esas manifestaciones crecerán a las dimensiones de los
prolongados levantamientos del pasado, pero no se puede pasar por alto que
tienen todas las características de la Primera Intifada.
Las manifestaciones del miércoles
fueron un eco del pasado: el mismo espíritu que movilizó a las masas en 1987
motivó a los manifestantes de esta semana en Cisjordania. La Primera Intifada
fue al mismo tiempo una revolución contra una dirigencia sin contacto con el
pueblo y contra Israel.
Muchos palestinos ya no
consideran que su dirigencia –ni Fatah ni Hamás– sea capaz de lograr resultados
que excedan los puramente cosméticos. Ambos partidos permitieron que su deseo
de hegemonía dentro de un sistema de política partidaria a menudo mezquina
eclipsara su objetivo de liberación a largo plazo.
Cuando los manifestantes
indignados prendieron fuego a neumáticos y a sus propios cuerpos, también
estaban quemando la inmensa ilusión post Oslo que fue el autogobierno. Sobre la
Primera Intifada, el poeta sirio Nizar Qabbani escribió líneas escalofriantes
que vuelven a la mente ahora: “Ah, generación de la traición, de hombres
suplentes e indecentes, generación de residuos, seremos barridos –no importa el
lento paso de la historia– por niños lanzando piedras”.
Patrick O. Strickland es un
periodista independiente que vive y viaja por ambos lados de la Línea Verde en
Israel y Palestina.
Fuente:
http://www.counterpunch.org/2012/09/07/palestine-in-protest/
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