martes, 11 de septiembre de 2012

Palestina protesta


Ecos del pasado

Patrick O. Strickland
CounterPunch
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

JAFFA.- A primera vista, puede parecer que las manifestaciones que se produjeron en Cisjordania el 5 de septiembre fueron cosas de rutina. Manifestaciones semanales, sentadas, marchas, huelgas de hambre y grafitis son solo una pequeña parte de la vasta reserva de medios estratégicos de rebelión regularmente empleados por los palestinos. Por cierto, la propia noción de resistencia ha sido absorbida como componente integral de la sociedad. Después de todo llevan 45 años bajo el tutelaje impuesto por el ejército israelí.
Los manifestantes que inundaron las calles en los territorios ocupados el miércoles, sin embargo, no consideraban que Israel sea la única barrera que los separa de la autodeterminación. Después de años de vil corrupción e incompetencia manifiesta, se está cuestionando a los dirigentes palestinos: ni la lucha armada ni las negociaciones de paz han logrado la liberación, que debería haberse logrado hace mucho tiempo, de millones de palestinos que viven bajo la ocupación militar o en el exilio que les han impuesto.

Después de que Hamás, el partido islamista basado en Gaza, ganó las elecciones parlamentarias de 2006, la inmensa presión de Israel y sus patrocinadores occidentales, combinada con la amenaza de cortar todo financiamiento, llevó al presidente de la Autoridad Palestina (AP) Mahmud Abas a despedir al primer ministro, elegido democráticamente, Ismael Haniyeh. A pesar de que su Partido de la Tercera Vía recibió un miserable tres por ciento del voto general, colocaron ilegalmente a Salam Fayad, execonomista del Banco Mundial, en el puesto de Haniyeh.

Hubo enfrentamientos que llevaron a la división que persiste actualmente: el partido Fatah de Abas domina Cisjordania, mientras Hamás controla la Franja de Gaza.
En cuanto asumió el puesto de primer ministro en 2007, Fayad anunció de inmediato su iniciativa de construir una economía independiente mediante la concentración en el desarrollo del sector privado palestino. Anunció que si tenía éxito, junto al desarrollo de la estrecha cooperación con Israel en temas de seguridad, sería imposible que Israel impidiera la declaración de un Estado palestino independiente en Cisjordania en 2011. (Dejó ostensiblemente que el tema de la Franja de Gaza se excluyera hasta después de la independencia.)

Los resultados han sido más que desastrosos. La economía sigue dependiendo totalmente de Israel y ha desarrollado una peligrosa adicción a la ayuda del exterior, que viene con todas las restricciones que los gobiernos financistas occidentales deciden imponer.
Un horrendo 80% de las exportaciones palestinas va a Israel. El poder de compra es inferior a lo que era en 2005 –al terminar una Intifada que derrumbó la economía– y una vez ajustado gira en torno al de Sudán y Yemen, países que no se caracterizan por su prosperidad económica. Un 70% de los palestinos empleados en Cisjordania sobrevive con salarios por hora antojadizos y un 25% trabaja para la AP, que no ha podido pagar los salarios puntualmente o en su totalidad durante más de un año.

Mientras tanto, el coste de la vida ha aumentado vertiginosamente. Los precios de los combustibles son aproximadamente tres veces superiores a los de EE.UU. y los costes de vivienda y alimentos son casi los mismos que en Israel.

Los motivos de protesta, en otras palabras, se han agitado bajo la superficie desde hace mucho tiempo. Para empeorar las cosas, el hecho de que no se haya logrado ningún progreso político en años y la rápida expansión de las colonias israelíes hacen que la solución de dos Estados sea menos viable cada día que pasa, la autodeterminación parece más inalcanzable que nunca. Ahora la indignación rebosa y se derrama por las calles de ciudades, aldeas y campos de refugiados en todos los territorios ocupados, la gente quiere liberarse del yugo de la AP así como de Israel.

“La Primavera Palestina ha comenzado, y estamos de acuerdo con lo que dice el pueblo y lo que desea”, anunció el presidente Abas en una reunión de ministros de la Liga Árabe en El Cairo, revelando hasta qué punto la elite política está fuera de tono.
Como las políticas económicas de Fayad ignoraron en general al sector agrícola, mucha gente desesperada por conseguir empleo ha emigrado a ciudades como Ramala, desde el campo que en su mayor parte cae dentro del 60% de Cisjordania bajo total control israelí (Área C). Esa dudosa situación económica acelera el proceso de limpieza étnica del Área C por parte de Israel apiñando aún más a los palestinos en pequeñas concentraciones que son mejor descritas como bantustanes.

Desesperada ante la ausencia de un mandato democrático, la calle palestina desechó las últimas apariencias de confianza en la AP en julio. Cientos de jóvenes se juntaron en Ramala para protestar contra la decisión del presidente Abas de reunirse con el viceprimer ministro israelí Shaul Mofaz, un excomandante militar y ministro de Defensa con un siniestro historial de abusos contra los derechos humanos. Incluso antes que comenzara la marcha, las fuerzas de seguridad de la AP golpearon, arrastraron y arrestaron a varias personas.
Al parecer la sistemática violencia de la ocupación israelí se ha subcontratado a la propia AP.
No se puede decir que Hamás haya cumplido una tarea más convincente en la sitiada Franja de Gaza. Su incapacidad de estabilizar la situación de seguridad ha dado amplios pretextos a Israel para regar bombas sobre el territorio que generalmente matan a varios civiles por cada presunto combatiente muerto. Además, un reciente informe de la ONU concluyó que Gaza será “inhabitable” en el año 2020.

El domingo, un adolescente en Gaza, citando la difícil situación financiera de su familia, murió después de rociarse con gasolina y prenderse fuego. El miércoles, dos suicidas siguieron su ejemplo, uno en Ramala y el otro en Hebrón.
El miércoles, miles de palestinos salieron por los centros de ciudades y aldeas en cada rincón de Cisjordania, Ramala, Nablus, Yenín, Hebrón y Belén, entre otras.

En Ramala, los conductores aparcaron sus taxis a través de las calles para bloquear la Plaza Al-Manara, el palpitante corazón del área central, paralizando el transporte y cerrando las principales arterias de la ciudad. “No puedo echar combustible a mi coche, ¡que Fayad se lo lleve! coreaban algunos.
En Hebrón, Belén y varias aldeas, grandes multitudes prendieron fuego a neumáticos y exigieron la renuncia de Fayad y sus colegas en el gobierno basado en Ramala.

Posiblemente no sería acertado suponer simplemente que esas manifestaciones crecerán a las dimensiones de los prolongados levantamientos del pasado, pero no se puede pasar por alto que tienen todas las características de la Primera Intifada.
Las manifestaciones del miércoles fueron un eco del pasado: el mismo espíritu que movilizó a las masas en 1987 motivó a los manifestantes de esta semana en Cisjordania. La Primera Intifada fue al mismo tiempo una revolución contra una dirigencia sin contacto con el pueblo y contra Israel.

Muchos palestinos ya no consideran que su dirigencia –ni Fatah ni Hamás– sea capaz de lograr resultados que excedan los puramente cosméticos. Ambos partidos permitieron que su deseo de hegemonía dentro de un sistema de política partidaria a menudo mezquina eclipsara su objetivo de liberación a largo plazo.

Cuando los manifestantes indignados prendieron fuego a neumáticos y a sus propios cuerpos, también estaban quemando la inmensa ilusión post Oslo que fue el autogobierno. Sobre la Primera Intifada, el poeta sirio Nizar Qabbani escribió líneas escalofriantes que vuelven a la mente ahora: “Ah, generación de la traición, de hombres suplentes e indecentes, generación de residuos, seremos barridos –no importa el lento paso de la historia– por niños lanzando piedras”.

Patrick O. Strickland es un periodista independiente que vive y viaja por ambos lados de la Línea Verde en Israel y Palestina.
Fuente: http://www.counterpunch.org/2012/09/07/palestine-in-protest/

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