Lourdes Pérez Navarro
El ingreso de Venezuela como
miembro pleno del Mercado Común del Sur (Mercosur), abre una nueva dimensión
geopolítica y económica en la región, extendida ahora desde La Patagonia hasta
el Caribe, y posicionada como la quinta economía mundial.
"Estamos en nuestra exacta
perspectiva histórica, nuestro Norte es el Sur, estamos donde debimos estar
siempre, donde Simón Bolívar nos dejó pendiente para estar y ser", afirmó
el presidente venezolano, Hugo Chávez, el pasado 31 de julio durante la Cumbre
extraordinaria celebrada en Brasil, donde se oficializó el ingreso de Venezuela
al Mercosur.
"Por eso hoy estamos en esa
exacta perspectiva histórica, este es nuestro mundo, nuestro lugar en la
historia, este es nuestro sitio, esta es nuestra esencia, Suramérica y, dentro
de esta gran patria, el Mercosur como un gran motor", subrayó el
mandatario.
Previo a esa "fecha
histórica", como la calificó Chávez, el Jefe de Estado exhortó a todos los
venezolanos a meditar acerca de las ventajas que tiene integrar un bloque
regional que abarca 13 millones de kilómetros cuadrados, cerca de 300 millones
de habitantes y un Producto Interno Bruto de más de tres millones de millones
de dólares al año.
Este es un bloque en crecimiento:
Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay (actualmente separado tras el golpe de
estado al presidente constitucional Fernando Lugo) y ahora Venezuela, un país
con un sistema político consolidado que impulsa la democracia, la igualdad y la
justicia social.
Para muchos analistas la
incorporación de Venezuela conduce a una mayor unión y fortaleza regional, y a
desarrollar la llamada ecuación perfecta, pues aporta al bloque valiosos
recursos naturales, entre ellos las mayores reservas mundiales de petróleo y
una de las más grandes de gas, agua dulce y biodiversidad.
Este no fue un hecho fortuito. La
intención de integrar el Mercosur como miembro pleno, fue expuesta por Chávez
desde su primer discurso tras ser elegido presidente, en el año 1998.
Desde entonces la solicitud era
vista con buenos ojos por Brasil, Argentina y Uruguay, pero postergada ante la
oposición del sector ultraderechista del Parlamento paraguayo.
CAMINO A CONVERTIR A VENEZUELA EN
POTENCIA
Las expectativas del gobierno
venezolano con este paso integracionista han sido claramente expuestas: este es
el camino para convertir al país en potencia, dentro de una región suramericana
igualmente potencia, donde la locomotora es el bloque regional.
Los resultados no serán
observados con inmediatez, sino a mediano o largo plazo.
Adherirse al Mercosur es apenas
la punta de una madeja que requerirá de mucho trabajo, eficiencia productiva y
empresarial, capaces de dotar de calidad y competitividad a las ofertas
exportables, además de la creación de una sólida infraestructura industrial y
tecnológica.
A esto se suma la necesaria
capacitación de los recursos humanos, en lo que desempeñará un papel importante
el paso de los centros académicos a estadios superiores en cuanto a calidad se
refiere.
Como una fuerza expansiva, el
Mercosur abre nuevos horizontes que permitirán incrementar la producción
nacional y convertir al país en un enlace de la región con mercados del Caribe
y Europa.
Para ello la nación suramericana
cuenta con no pocos aspectos ventajosos, entre ellos, su situación geográfica,
sus extensas líneas costeras y puertos que tocan las aguas caribeñas, y la
producción barata de energía, lo que permite el trasiego de mercancías a menor
costo y tiempo.
Según las normas del Mercosur,
los productos que se comercialicen entre sus países miembros han de contener un
alto por ciento de sus componentes producidos por ellos.
Tal exigencia incentiva a
inversionistas extranjeros a instalar industrias en estos territorios, lo cual
impulsará el desarrollo industrial y tecnológico de la región, con fuerte
impacto social, como el considerable aumento de empleos.
En lo interno, llevará a una mayor
integración entre empresas del área. De hecho, apenas unas horas después de la
entrada al Mercosur, las autoridades venezolanas ya habían recibido propuestas
de empresarios argentinos y brasileños interesados en instalar fábricas en el
país.
En ese sentido, el gobierno ha
reiterado su disposición de apoyar con préstamos y créditos a los empresarios
venezolanos que pretendan establecer empresas conjuntas con los países miembros
del bloque.
Sin embargo, algunos
representantes de la burguesía opositora no han cesado de emitir comentarios en
los que manifiestan supuestas desventajas del ingreso al bloque regional, o
esgrimen que la economía del país no está preparada para tal inclusión.
Frente a esto el presidente
Chávez ha insistido en la necesidad de informar a empresas, productores y
trabajadores para explicarles los horizontes que se abren en el mercado
interregional y más allá: hacia el Caribe e incluso a Europa.
Llama la atención -resaltó el
mandatario- que quienes se oponen a la adhesión al bloque regional son los
mismos que años atrás se afanaban por integrar el Área de Libre Comercio para
las Américas (ALCA), con sus políticas neoliberales y el empleo del dólar,
subordinados a los intereses del imperio estadounidense.
En contraposición, la opción del
Mercosur es otra: el establecimiento de cadenas productivas complementarias en
sectores como la industria, los alimentos, las tecnologías y la energía, entre
otros.
Desde el punto de vista
geopolítico, el grupo regional marca un vuelco para Venezuela. El propio Chávez
lo remarcó: "Éramos patio trasero de Estados Unidos, ahora somos cabeza
del Mercosur".
EL MERCOSUR SE FORTALECE
La incorporación de Venezuela
amplía la posición estratégica del Mercosur al extenderse desde el mar Caribe
hasta el extremo sur del continente y el grupo se reafirma también como
potencia energética global, tanto en recursos renovables como no renovables.
Datos oficiales reflejan que con
esta nueva incorporación el bloqueo económico abarca el 70 por ciento del total
de habitantes de América del Sur y el 72 por ciento de la superficie de la
región.
Además, el Producto Interno Bruto
asciende a tres billones 300 mil millones de dólares, el 83,2 por ciento del
total suramericano.
Las cifras muestran que la
creación del grupo regional permitió un crecimiento significativo del
intercambio comercial entre las naciones miembros, pues un año antes de su
surgimiento (en 1991), el flujo fue de cuatro mil 100 millones de dólares y el
año pasado totalizó 104 mil 900 millones de dólares.
A juicio de los presidentes de
Argentina, Cristina Fernández; de Brasil, Dilma Rousseff; y de Uruguay, José
Mujica, la adhesión de Venezuela al bloque fortalece a la región en su conjunto
y cierra la ecuación que suma la energía, los alimentos y minerales del
territorio venezolano a las grandes potencialidades de recursos naturales,
tecnologías, capital humano e industrialización presentes en sus países.
De esta manera -puntualizaron- el
Mercosur se erige como la quinta economía del mundo, después de Estados Unidos,
Alemania, China y Japón.
Para el politólogo argentino
Atilio Borón, la inclusión de Venezuela en el Mercosur constituye, desde el
punto de vista geopolítico, la mayor derrota diplomática estadounidense desde
el descalabro del ALCA.
De aquí en adelante -sentenció-
"será mucho más difícil y costoso orquestar un golpe de Estado contra un
Chávez protegido institucionalmente por la normativa mercosurina" y
resultará mucho más complicado para Estados Unidos tratar de apropiarse de la
riqueza hidrocarburífera venezolana.
Desde el punto de vista de la
complementación económica de sus partes, subrayó Borón, el Mercosur luce como
un espacio económico mucho más armónico y equilibrado que la Unión Europea,
cuya fragilidad energética constituye su insanable Talón de Aquiles.
* Lourdes Pérez Navarro es
corresponsal de Prensa Latina en Venezuela
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