Si yo fuera escuálido, y a pesar de esta condición de clase social sicótica y amnésica, creyera en la sana diatriba, en la discusión de ideas y no en el planteamiento de clichés, y no aborreciera los hechos históricos que determinan en todo caso la certeza de mis argumentos –de tenerlos-, recordaría que:
1.-Gran parte de la clase empresarial de este país se construyó sobre la base de créditos estatales nunca pagados, asumidos como deuda pública por el primer gobierno de CAP, por lo cual odiar al Estado es equivalente a no querer a ese abuelito generoso que todo me lo dio.
2.-Todo modelo económico que genera desigualdad, construye un sistema delincuencial alimentado por la contradicción del consumismo desenfrenado vs la pobreza galopante, un sistema que por décadas se amalgama con cuerpos policiales corrompidos provenientes de los mismos estratos sociales, un sistema penitenciario convertido en eslabón del primero y que se alimenta, además, de la migración de mafias en su particular éxodo por la guerra secular en Colombia; por lo cual decir que antes no había delincuencia significa creer que como Nación viajamos desde otra dimensión por un portal de tiempo y aparecimos aquí en 1998, sin pasado, sin antecedentes, sin historia de violencia creciente.
3.-Alabar la suprema eficiencia de lo privado y aborrecer al Estado por ineficiente, argumento histórico de la privatización, equivale a olvidar que muchos empresarios, más que una patente de industria y comercio parecen tener una patente de corso para atacar a usuarios y clientes con monopolios que no compiten en el mercado sino que fijan precios y uniformizan la oferta, crean falsas necesidades de consumo y provocan desabastecimiento o especulación si no se les garantiza ganancias astronómicas de 500 o 1.000 por ciento, que muchos países capitalistas no permiten y regulan.
4.-La constitución de 1999 que los venezolanos votamos es el proyecto de país que decidimos tener, entonces escoger un candidato presidencial que no propone seguir adelante y corregir los entuertos, sino empezar de cero (algo así como si la quinta república no sirve me devuelvo a la cuarta, que tampoco servía), es lo mismo que pretender hundir el barco en el que todos –quiéranlo o no- viajamos y que hace mucho salió de puerto.
5.-Por último, si yo fuera escuálido dejaría de serlo, porque no se puede vivir odiando a esa gran mayoría de la población venezolana que escogió un destino, pretendiendo, como antes se hacía, que no existe o, peor aún, que en algún momento va a desaparecer. Y si no puedo hacerlo, no puedo empezar a formar mis propios argumentos y pensar un poquito, entonces me iría demasiado del barco.
Periodista y docente universitario
Boscan2007@gmail.com
1.-Gran parte de la clase empresarial de este país se construyó sobre la base de créditos estatales nunca pagados, asumidos como deuda pública por el primer gobierno de CAP, por lo cual odiar al Estado es equivalente a no querer a ese abuelito generoso que todo me lo dio.
2.-Todo modelo económico que genera desigualdad, construye un sistema delincuencial alimentado por la contradicción del consumismo desenfrenado vs la pobreza galopante, un sistema que por décadas se amalgama con cuerpos policiales corrompidos provenientes de los mismos estratos sociales, un sistema penitenciario convertido en eslabón del primero y que se alimenta, además, de la migración de mafias en su particular éxodo por la guerra secular en Colombia; por lo cual decir que antes no había delincuencia significa creer que como Nación viajamos desde otra dimensión por un portal de tiempo y aparecimos aquí en 1998, sin pasado, sin antecedentes, sin historia de violencia creciente.
3.-Alabar la suprema eficiencia de lo privado y aborrecer al Estado por ineficiente, argumento histórico de la privatización, equivale a olvidar que muchos empresarios, más que una patente de industria y comercio parecen tener una patente de corso para atacar a usuarios y clientes con monopolios que no compiten en el mercado sino que fijan precios y uniformizan la oferta, crean falsas necesidades de consumo y provocan desabastecimiento o especulación si no se les garantiza ganancias astronómicas de 500 o 1.000 por ciento, que muchos países capitalistas no permiten y regulan.
4.-La constitución de 1999 que los venezolanos votamos es el proyecto de país que decidimos tener, entonces escoger un candidato presidencial que no propone seguir adelante y corregir los entuertos, sino empezar de cero (algo así como si la quinta república no sirve me devuelvo a la cuarta, que tampoco servía), es lo mismo que pretender hundir el barco en el que todos –quiéranlo o no- viajamos y que hace mucho salió de puerto.
5.-Por último, si yo fuera escuálido dejaría de serlo, porque no se puede vivir odiando a esa gran mayoría de la población venezolana que escogió un destino, pretendiendo, como antes se hacía, que no existe o, peor aún, que en algún momento va a desaparecer. Y si no puedo hacerlo, no puedo empezar a formar mis propios argumentos y pensar un poquito, entonces me iría demasiado del barco.
Periodista y docente universitario
Boscan2007@gmail.com
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