Usan, algunos, el término
“chavista” como fórmula o comodín del desprestigio. Lo asocian a “militarismo”,
“populismo”, “autoritarismo” y “comunismo”; a “ideas del pasado”, excesivamente
“polarizantes” y especie de locura caribeña contagiosa y de “mal gusto”.
Incluso cierto “fuego amigo” deja sentir sus reparos cuando, aun mirando con
simpatía al “chavismo”, se dan vuelta y hacen guiños no precisamente
simpáticos.
El concepto “chavismo” ha crecido
en lo años que lleva la revolución socialista de Venezuela apurando condiciones
para convertirse en justicia social sin exclusiones. Lo que aludió en algún
momento inicial al pensamiento y al liderazgo de Hugo Chávez, ha dejado de ser
así para convertirse en síntesis teórica y práctica que conjuga las tesis de
lucha social más profundas en Venezuela, con las ideas más audaces con que el
pueblo enfrenta calamidades, nacionales e internacionales, de todo tipo. Hoy
“chavismo” es una interpretación dinámica de las tesis de Bolívar tanto como
una lectura social de la doctrina cristiana, una lectura singular de Marx y las
no pocas lecciones que, como estadista, ha madurado Hugo Chávez.
En la maduración del concepto
“chavismo” predomina la noción de socialismo que impregna casi todas las
categorías asimiladas, ya no solo como pensamiento de un líder sino como
movimiento político que está transformando radicalmente la historia de
Venezuela. Eso lo pone a la vanguardia como pensamiento en búsqueda constante de
acción efectiva y eficiente. Eso lo hace diferente y lo pone en la ruta de ser
una filosofía política contemporánea rica en ideas, en contradicciones y en
significados… como corresponde a una revolución en plena construcción.
Muchos rehúyen al “chavismo” para
huir de su propia conciencia. Les da pánico acatar las ideas centrales del
“chavismo” porque eso los distancia de las simpatías con la oligarquía que los
respalda. Otros le escapan al “chavismo” por excesivamente cuestionador y
porque los ubica en zona de contradicciones insalvables. No faltan los que ven
en el chavismo” un modo de arrimarse fondos, ponen cara de amigos y luego, en
privado, borran con el codo de la hipocresía lo que firman con la mano y con el
“pico de oro”.
Se repite una canallada recurrente:
Una vanguardia política es tratada, por no pocos, como a “la loca de la casa”.
La burguesía se afana en convertirla en fetiche de desprestigio y hay bastantes
burros que juegan con esa baratija mediática. Muy poquitos se atreven al
análisis serio, al estudio respetuoso y al compromiso político de entrar a
fondo en los meandros de una construcción del socialismo tan cercada y
amenazada como el “chavismo”. Por fortuna, quienes mejor lo entienden y
defienden son los pueblos que están en lucha. Por fortuna estando ahí su mejor
defensa está asegurado su desarrollo. Signará su futuro la lucha, se
transformará o afirmará según lo mande el proletariado que es su inspiración y
su fuerza. Lo demás es lo de menos… pero hay que muy estar alertas.
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