
Fuente: A. Lertxundi, Gara - España
El respeto a los derechos de la infancia es
una falacia en los territorios ocupados palestinos. Según datos de la ONG
Defensa para los Niños Internacional (DCI, por sus siglas en inglés), en los
últimos 11 años, 7.500 niños palestinos han sido detenidos, interrogados
durante días sin la presencia de sus padres o de un abogado, y encarcelados sin
garantías. Dicho de otra forma, a diario arrestan a una media de dos menores,
algunos de tan solo 12 años. El DCI acaba de hacer público un duro informe
elaborado a partir de 311 testimonios recogidos entre el 1 de enero de 2008 y
el 31 de mayo de este año. En él detalla el maltrato sistemático que sufren
desde el mismo momento en que los militares israelíes irrumpen de madrugada,
generalmente entre las 0.00 y las 5.00, en sus domicilios.

El 3 de octubre de 2010, la
organización israelí B´Tselem envió una carta al fiscal general israelí para
pedirle que los operativos no se desarrollen en plena noche. En febrero de este
año, aún no había recibido respuesta alguna. Esta situación contrasta con el
trato que la propia ley israelí, en este caso de carácter civil y no marcial,
dispensa a sus menores en caso de arresto. Además de limitar las horas en las
que pueden ser detenidos, establece que deben tener acceso a un abogado en las
primeras 48 horas y no pueden ser encarcelados si son menores de 14 años.
Salvo en contadas ocasiones, los
soldados no mostraron la orden de detención y, en las pocas veces que lo
hicieron, estaba escrita en hebreo, una lengua totalmente ajena para la mayoría
de los palestinos.
A raíz de la fuerte polémica
surgida en junio de 2010 por la citación únicamente en hebreo a un niño de
siete años para ser interrogado por el Shin Bet -la agencia de inteligencia
interna israelí-, las autoridades militares prometieron que, en adelante, toda
documentación estaría escrita en hebreo y árabe. Nunca han cumplido su palabra.

«Uno de los soldados me retorció
de forma violenta los brazos. De inmediato me colocó dos cuerdas de plástico
muy ajustadas que me hacían mucho daño. Me tuvieron así 19 horas», recuerda
Abdullah, de 15 años.
Desde el 1 de abril de 2010, el
DCI ha documentado cuatro casos en los que, incluso, les ataron con una triple
vuelta, incumpliendo el espacio mínimo de un dedo que por ley debe haber entre
la muñeca y la brida.
Y el 30% denuncia haber sufrido
algún tipo de maltrato físico, generalmente bofetadas y patadas. De los 311
testimonios recogidos, en 281 señalaron, además, que fueron vendados, impidiéndoles
la visión por horas.
Sobre el trayecto al centro de
detención, el 32% asegura haberlo hecho tumbado en el suelo metálico del jeep,
golpeándose la cabeza cada vez que aceleraba o circulaban por carreteras
irregulares, algo muy frecuente en la Cisjordania ocupada.

«Uno de los momentos más
traumáticos se produce en la detención. El menor se ve sobresaltado por un
impresionante operativo, con soldados apuntándoles con sus armas y gritando.
Después, viene la cárcel, donde pueden pasar meses lejos de su familia, con
gente que no conoce, a veces encarcelado junto a adultos, sin posibilidad de
compartir sus sentimientos. El menor siente el peso de todo el sistema militar
israelí. Afrontar en soledad ese proceso les supone una vivencia terrorífica»,
concluye Nader Abu Amsha, director del programa de rehabilitación YMCA de
Jerusalén Este.
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