Plena de dolor y rabia, insisto: estamos en Guerra. Algunos afirman que hasta las lluvias forman parte del plan fascista para tomar por asalto el poder. ¿Es posible? Si. ¿Es así? no lo sé, pero no me extraña.
La derecha ha venido atacando sistemáticamente desde hace mucho tiempo y si bien ha fracasado en las grandes batallas, ha tenido bastante éxito en otras. Ha logrado desprestigiar internacionalmente y nacionalmente a Venezuela, a Chávez y a los venezolanos que estamos con el proceso que él lidera.
Perturba la cotidianeidad
ciudadana. Siembra odio, miedo y desconfianza. Desacata impunemente cualquier
medida conducente facilitar la vida y la convivencia. Sabotea la provisión de
servicios y maneja hábilmente la disponibilidad y escasez de productos.
Aprovecha la mayor liquidez para inducir un consumismo muy poco socialista,
etc. etc. etc.
Afortunadamente, a pesar de la
bien orquestada violencia y de la incesante penetración de las drogas en las
zonas donde es fuerza dominante, la ultra derecha no ha logrado incendiar al
país ni tomar el poder, pero lo va a seguir intentando.
El descrédito del CNE, la
negativa a reconocer los resultados electorales, los vínculo de los yuppies
políticos con Uribe, con el fascismo europeo y con agencias de inteligencia de
países enemigos, el saboteo eléctrico y comunicacional, y ahora la explosión de
los tanques del Complejo de Refinación Amuay son actos de un mismo drama
criminal. Drama sustentado en el desprecio por la vida, en un profundo y
renovado racismo y en una vergonzosa subordinación de los mequetrefes criollos
a lógica de capital.
Estamos en guerra y tenemos que
asumirlo. Lo que está en juego en estas elecciones es la soberanía de nuestro
país y del continente. Es la sobrevivencia de nuestra-americanidad única y
diversa. Es el triunfo de la vida, del amor, de la comunidad, de la solidaridad,
de la creatividad y del trabajo placentero. Lo que está en juego es el Buen
Vivir nuestro y de futuras generaciones.
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